El tequila es una de las bebidas más representativas de México y su consumo está rodeado de tradiciones que enriquecen la experiencia. Aunque muchas personas prefieren degustarlo solo, existe una forma muy popular de acompañarlo que realza sus sabores: la sangrita, un cóctel cítrico y ligeramente picante que se ha convertido en un clásico inseparable del destilado de agave.
La sangrita, cuyo nombre significa “pequeña sangre”, es frecuentemente servida junto al tequila en los tradicionales “caballitos” y su función es limpiar el paladar entre sorbos, para permitir que cada trago de tequila se sienta más intenso y pleno. Esta costumbre forma parte de la cultura mexicana, especialmente en Jalisco, cuna del tequila, donde se dice que la receta original de la sangrita nació en la región del Lago de Chapala.
A diferencia de lo que muchos piensan, la sangrita no debe confundirse con la sangría, ya que se trata de bebidas completamente distintas. La sangrita no contiene alcohol y su sabor es una mezcla equilibrada entre lo dulce, ácido y picante. Tradicionalmente se preparaba con jugos de frutas regionales como la naranja amarga y la granada, a los que se les agregaba chile en polvo y sal.
Hoy en día, existen distintas versiones de la sangrita, pero la receta básica incluye:
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30 mililitros de jugo de naranja amarga recién exprimido.
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22.5 a 30 mililitros de jugo de lima, dependiendo de la dulzura de la naranja.
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15 mililitros de granadina auténtica.
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Tres pizcas de salsa picante o un cuarto de cucharadita de chile pasilla en polvo.
La recomendación es mezclar bien estos ingredientes y refrigerar la mezcla para que se sirva muy fría. Otra versión muy conocida agrega jugo de tomate para equilibrar el sabor, combinando una taza de jugo de naranja, media taza de jugo de limón, media taza de jugo de tomate, una cucharadita de salsa picante (opcional) y una pizca de sal y pimienta al gusto.
Una presentación clásica para degustar esta bebida es conocida como “bandera”, donde se sirven tres caballitos: uno con tequila, otro con sangrita y el último con jugo de limón, representando los colores de la bandera mexicana. La tradición dicta que se debe tomar primero un pequeño sorbo de tequila, seguido de uno de sangrita, y así, alternar para disfrutar la explosión de sabores que se complementan perfectamente.
Los expertos recomiendan utilizar tequilas 100% de agave, preferiblemente reposados o añejos, para una mejor experiencia. Además, el ritual puede enriquecerse con botanas típicas mexicanas como totopos con guacamole, tacos o frutos secos con chile y limón.
La sangrita es mucho más que un simple acompañante, es una tradición que ha viajado desde Jalisco hasta los rincones más lejanos del mundo y que sigue formando parte de la identidad cultural mexicana. Su sabor refrescante, ligeramente picante y su capacidad para resaltar las notas del tequila la convierten en una compañera imprescindible para quienes buscan disfrutar plenamente de esta emblemática bebida.