Roma en pausa: El mundo despide a Francisco y el Vaticano prepara el futuro de la Iglesia

Por Juan Pablo Ojeda

 

En Roma, el tiempo parece haberse detenido. Es Sede Vacante, ese raro y solemne periodo en el que el mundo católico queda en pausa tras la muerte de un Papa. Francisco, el pontífice argentino que llevó la Iglesia a los márgenes, que habló con claridad sobre los olvidados y buscó puentes más allá de los muros vaticanos, ha fallecido. Y ahora, en el corazón del Vaticano, el reloj espiritual corre hacia dos metas: sus funerales y la elección de su sucesor.

Desde las primeras luces del miércoles 23 de abril, el cuerpo del Papa emérito ha comenzado su última procesión. A las 9:00 en punto, su ataúd fue trasladado desde la residencia de Santa Marta —el hogar modesto que eligió desde el inicio de su pontificado— hasta la imponente Basílica de San Pedro, siguiendo el estricto protocolo del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.

Con el camarlengo Kevin Joseph Farrell al frente, la ceremonia inició con una oración. El cortejo recorrió la Plaza de Santa Marta, pasó por el Arco de las Campanas y cruzó solemnemente hasta el altar de la Confesión, ese lugar sagrado que se asoma directamente a la tumba de San Pedro. No fue solo un ritual: fue la despedida de un líder espiritual cuya figura transformó la percepción del papado en el siglo XXI.

El féretro de Francisco refleja su estilo hasta el final: sencillo, sin adornos ni catafalco. De madera y zinc, reposa al nivel del suelo. Nada de pompa desmedida. El Papa se presenta con su sotana roja, mitra y un rosario entre las manos. Así, miles de fieles podrán acercarse y mirarlo cara a cara, sin barreras, como él siempre quiso estar: al ras del pueblo.

Mientras los fieles acuden en masa a la capilla ardiente, dentro del Vaticano la maquinaria institucional no se detiene. El martes se reunió por primera vez la Congregación de Cardenales en Roma. Aunque es una reunión de organización, también se perfila como la primera chispa de la que saldrá el próximo pontífice. Se habla, se mide el ambiente, se tantean los apoyos. Es una especie de pre-cónclave, antes de que todos entren en la Capilla Sixtina para votar, en secreto, al nuevo jefe de la Iglesia católica.

Mientras tanto, líderes internacionales de todo el planeta ya confirmaron su asistencia al funeral de este sábado. El Ayuntamiento de Roma y el Estado italiano trabajan a contrarreloj para blindar la ciudad y garantizar la seguridad de miles de asistentes que colmarán la Plaza de San Pedro. Roma se prepara no solo para una ceremonia, sino para un evento global.

Francisco fue un Papa que rompió esquemas, que incomodó a algunos y conmovió a muchos más. Su legado —aún en construcción— no terminará con su muerte, pero el mundo católico sabe que en los próximos días se escribirá un nuevo capítulo. Con la sede de Pedro vacante, la Iglesia se dispone a mirar hacia el futuro, aunque sin dejar de honrar el presente que Francisco ayudó a construir.

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