En las noches frías y estrelladas de diciembre, las familias alrededor del mundo preparan sus hogares para la llegada de los Reyes Magos. Pero, ¿de dónde proviene esta tradición tan arraigada? La leyenda comienza en el Evangelio de Mateo, el único de los Evangelios sinópticos que menciona a estos misteriosos visitantes. Este relato bíblico nos habla de tres sabios que, guiados por una estrella, viajaron desde el Este para adorar al recién nacido Jesús de Nazaret, ofreciéndole presentes simbólicos: oro, incienso y mirra.
Sin embargo, la Biblia no especifica que fueran reyes ni menciona sus nombres. La tradición de llamarlos «reyes» y asignarles los nombres Melchor, Gaspar y Baltasar surgió siglos después, en textos apócrifos y en obras de arte medieval. Esta transformación de magos a reyes puede atribuirse a la interpretación de un pasaje del Salmo 72, donde se habla de reyes de Tarsis y de las islas trayendo presentes al rey.
El viaje de los Magos, según la narrativa, los llevó a Jerusalén, donde preguntaron por el «nacido rey de los judíos», lo cual alarmó al rey Herodes. Esta parte del relato refleja no solo la búsqueda de la verdad sino también las tensiones políticas y religiosas de la época. La estrella que los guio, a menudo interpretada como un fenómeno astronómico, ha sido motivo de especulación científica y teológica, con teorías que van desde supernovas hasta conjunciones planetarias.
La leyenda ha sido enriquecida por múltiples culturas. En la tradición cristiana ortodoxa, los Magos son vistos como representantes de los gentiles, simbolizando la universalidad del mensaje cristiano. En España y en muchos países de América Latina, el Día de los Reyes el 6 de enero es una festividad mayor, donde los niños reciben regalos, evocando el gesto de los Magos hacia Jesús.
La iconografía de los Reyes Magos también es un tema fascinante. En el arte medieval y renacentista, se les representa con características que simbolizan diferentes continentes, lo cual subraya la idea de que Cristo vino para todos los pueblos. Melchor, a menudo descrito como anciano y blanco, representa Europa; Gaspar, joven y de piel morena, simboliza Asia; y Baltasar, con rasgos africanos y barba, representa África.
Este viaje simbólico, más allá de su veracidad histórica, ha servido como una poderosa metáfora para la búsqueda espiritual y el encuentro con lo divino. La historia de los Reyes Magos ha trascendido su origen bíblico para convertirse en un símbolo de hospitalidad, generosidad y la búsqueda de la verdad a través de la fe.
Cada año, esta leyenda no solo revive en las celebraciones, sino que también invita a una reflexión sobre la humanidad, la divinidad y el misterio de la existencia que, como la estrella de Belén, sigue guiando a quienes buscan respuestas más allá de lo visible.