Por Juan Pablo Ojeda
El reciente cierre de la plaza comercial en Izazaga 89 no ha detenido el flujo de productos chinos en el Centro Histórico de la Ciudad de México. A pesar de las medidas tomadas, los comerciantes siguen enfrentando una dura competencia, no solo en esa plaza, sino en varios otros puntos de la calle Izazaga, donde se ofertan productos de bajo costo, principalmente importados de China.
Ramiro, un comerciante ambulante de la zona, comenta que el cierre de la plaza no ha resuelto el problema. “No se puede competir con ellos. Cerraron esa plaza, pero salieron 20 lugares más que venden lo mismo, y eso nos afecta, porque terminamos comprando y vendiendo lo que los chinos traen”, señala. El negocio local se enfrenta a la competencia desleal que pone en riesgo la venta de productos nacionales y artesanales, los cuales ya no tienen la misma demanda.
Los precios extremadamente bajos de los productos chinos son una de las principales razones por las que los comercios nacionales no logran competir. Pantalones de mezclilla de 100 pesos y otros productos de temporada que rondan entre 50 y 200 pesos siguen siendo atractivos para los consumidores, aunque, según algunos comerciantes, la calidad de estos artículos es cuestionable.
Para muchos, la solución sería una prohibición más estricta de la entrada de productos chinos. “Lo que deben hacer es, de plano, prohibir la entrada de esos productos. Ya no se pueden vender los productos nacionales, ni artesanales, porque la gente prefiere lo barato”, asegura otro vendedor en la zona.
La Plaza Izazaga 89 fue cerrada “hasta nuevo aviso” después de un operativo federal donde se aseguraron más de 262 mil piezas de mercancía ilegal, con un valor aproximado de 7.5 millones de pesos. A pesar de este golpe a la venta de productos ilegales, el comercio chino sigue presente en la calle Izazaga, afectando a muchos de los vendedores locales que se sienten impotentes ante la magnitud del problema.