Por Ilian Muñoz
En las calles de México, donde el sol de la tarde calienta las conversaciones en los cafés y las plazas, se escucha cada vez más esta afirmación. Juan, un joven empresario de la Ciudad de México, es un ejemplo perfecto de esta nueva mentalidad. Con su startup tecnológica en auge, Juan ha decidido no sólo disfrutar de su éxito, sino también compartirlo sin disculpas. «Por mucho tiempo, me sentí presionado a minimizar mis logros para no incomodar a otros», confiesa. Sin embargo, ahora, con cada logro, celebra abiertamente, invitando a sus amigos y colegas a festejar junto a él.
Esta tendencia no es exclusiva de México. A nivel global, influencers y líderes en diversos campos están adoptando esta filosofía. En redes como Instagram y TikTok, donde la imagen y la percepción pública son cruciales, se ha convertido en un mantra para muchos. «No pido disculpas por trabajar duro y obtener resultados», dice Sofía, una influencer de moda y negocios con millones de seguidores, quien utiliza su plataforma para promover la autoafirmación y el orgullo por el trabajo bien hecho.
La psicóloga María López, especialista en comportamiento humano, explica que este fenómeno puede ser una reacción a la cultura del «síndrome del impostor», donde incluso los más exitosos sienten que no merecen su éxito. «Esta nueva actitud desafía las normas sociales de modestia extrema, promoviendo en cambio una saludable autoestima y reconocimiento propio», señala López. Ella añade que, aunque el equilibrio es clave, la tendencia hacia la autoafirmación puede llevar a una mayor motivación y productividad.
En las oficinas y espacios de coworking, esta filosofía se traduce en una cultura laboral más abierta y celebratoria. Los empleados de TechNova, una empresa de software, comentan cómo las fiestas de reconocimiento y los momentos de celebración se han vuelto parte integral de su rutina diaria. «Celebramos los pequeños victorias tanto como las grandes», menciona Carlos, un desarrollador de software, quien disfruta de este ambiente sin el peso de la culpa o la modestia forzada.
Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con esta nueva corriente. Algunos críticos argumentan que esta actitud puede llevar al egocentrismo o a una falta de empatía hacia los menos afortunados. En un foro de discusión en línea, un usuario apunta: «¿Dónde está el límite entre disfrutar tu éxito y ser insensible a los desafíos de otros?» Este debate refleja la dualidad de la autoafirmación: mientras para unos es un paso hacia la liberación personal, para otros podría ser un paso hacia la desconexión social.
A pesar de las críticas, la tendencia parece estar ganando terreno. En eventos y conferencias de liderazgo, se escucha cada vez más sobre la importancia de reconocer y disfrutar los propios logros como parte del desarrollo personal y profesional. «Tu éxito no le quita a nadie, pero sí te da la oportunidad de inspirar», fue una de las frases destacadas en un reciente congreso de emprendimiento en Guadalajara.
Este cambio cultural hacia el disfrute abierto del éxito sin disculpas no solo redefine la manera en que las personas se ven a sí mismas y sus logros, sino que también invita a una reevaluación de las normas sociales sobre el éxito y la humildad. En una sociedad donde mostrar vulnerabilidad ha sido promovido, esta nueva era de autoafirmación podría ser el equilibrio necesario para una autoestima saludable y una comunidad más motivada y menos resentida.