A medida que el mundo se adapta a la nueva realidad marcada por la pandemia de COVID-19, México se embarca en un capítulo sin precedentes en su historia de salud pública. Con la reciente autorización de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para la venta de vacunas contra el COVID-19 al público general en farmacias, el país abre las puertas a una nueva era de autonomía sanitaria y accesibilidad.
Desde diciembre de 2023, los mexicanos pueden adquirir la vacuna Comirnaty de Pfizer, y otras como la de Moderna, en reconocidas cadenas de farmacias como Farmacias San Pablo, Farmacias del Ahorro, Farmacias Benavides y Farmacias Guadalajara. Con precios accesibles – 848 pesos en Farmacias San Pablo y 845 pesos en Farmacias del Ahorro – la vacuna está al alcance de muchos, aunque aún persisten incógnitas sobre los costos en algunas cadenas.
Es crucial destacar que esta iniciativa no interrumpe la campaña gubernamental de vacunación para mayores de 18 años, que hasta ahora ha aplicado más de 3,8 millones de dosis. Paralelamente, organismos internacionales como Amnistía Internacional han expresado preocupaciones sobre la equidad en la distribución de vacunas a nivel mundial, un tema que resalta la complejidad del panorama global de la salud.
La Suprema Corte de México ha tomado medidas cautelares, reservando los contratos de las vacunas hasta 2025, ante la incertidumbre sobre la durabilidad de la inmunidad y la evolución del virus. Esta decisión subraya la naturaleza dinámica y desafiante del escenario de la vacunación.
La venta de vacunas COVID-19 en farmacias mexicanas no es solo un hito en la salud pública, sino también un paso hacia el empoderamiento de los ciudadanos en su bienestar. Con información accesible y transparencia, México no solo combate un virus, sino que también fortalece su sistema de salud para enfrentar futuros desafíos. La era post-COVID en México no solo es de recuperación, sino de renovación y fortalecimiento de su compromiso con la salud de todos sus habitantes.