La Jabalinada
Por Bruno Cortés
Con el reloj corriendo en sus últimos días como presidente, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) busca cerrar su administración con una serie de reformas constitucionales que prometen generar un profundo impacto en el sistema político mexicano. Pero, mientras el Congreso se convierte en el escenario de intensos debates, la violencia sigue siendo el telón de fondo de la vida nacional. Los recientes cambios de lealtad en el Senado y la toma de las instalaciones legislativas solo subrayan la creciente polarización que enfrenta el país.
Las reformas constitucionales de AMLO: ¿Democratización o concentración de poder?
Desde su llegada a la presidencia, AMLO ha mostrado una clara intención de modificar las estructuras de poder en México. En su visión, la democratización del país pasa por un cambio radical en la forma en que se seleccionan a los jueces, buscando que sean elegidos por voto popular en lugar de ser nombrados por el Ejecutivo. Esta propuesta, una de las más controvertidas de su mandato, ha provocado una fuerte división en el Congreso y en la sociedad mexicana. Por un lado, sus defensores argumentan que acercaría la justicia al pueblo; por otro, los críticos temen que los jueces puedan ser influenciados por intereses políticos o incluso criminales.
Pero eso no es todo. AMLO también ha impulsado la vuelta del control de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), lo que ha sido visto con recelo por amplios sectores que consideran que la creciente militarización del país es un retroceso en términos de derechos humanos y civiles. Esta reforma, junto con la inclusión de beneficios permanentes para personas con discapacidad en la constitución, forma parte del legado que AMLO busca dejar antes de concluir su sexenio.
Violencia en México: el enemigo persistente
Mientras los debates legislativos continúan, el país sigue sumido en una crisis de violencia que parece no tener fin. Desde el inicio de la llamada «guerra contra el narcotráfico» en 2006, México ha vivido una escalada en los niveles de violencia que ha dejado más de 30,500 asesinatos en 2023, una cifra escalofriante que pone de relieve la incapacidad de las autoridades para frenar el derramamiento de sangre.
Los estados más afectados por la violencia, como Guanajuato, Michoacán, Zacatecas y Guerrero, son auténticas zonas de guerra donde el crimen organizado y las autoridades locales se disputan el control. En estos territorios, los asesinatos, secuestros y desapariciones son parte de la vida cotidiana, y las elecciones de 2024 se perfilan como las más violentas en la historia reciente del país. Expertos advierten que el crimen organizado podría intensificar su influencia en las urnas, ya sea mediante el control directo de candidatos o la intimidación de votantes, una táctica que ha cobrado vidas de políticos, periodistas y activistas.
El impacto de la violencia también se extiende al ámbito político. Las campañas electorales se desarrollan bajo un clima de tensión, con candidatos amenazados y atacados por grupos criminales que buscan controlar las decisiones políticas. La polarización y la desconfianza en las instituciones solo agravan este panorama, debilitando la credibilidad del sistema electoral y, en última instancia, la estabilidad democrática del país.
El cambio de bando de Yunes Márquez: ¿traición o estrategia?
En medio de este turbulento contexto, uno de los episodios más sorprendentes ha sido el cambio de postura del senador panista Miguel Ángel Yunes Márquez, quien decidió apoyar la reforma judicial de AMLO. Hasta hace poco, Yunes Márquez era un crítico acérrimo de la administración del presidente, pero en un giro inesperado, votó a favor de la controvertida reforma, lo que desató una oleada de especulaciones y reacciones.
Para algunos, Yunes Márquez ha traicionado los principios de su partido, el PAN, y a sus votantes, cediendo ante presiones internas y amenazas. De hecho, el propio senador declaró haber enfrentado una intensa presión de sus correligionarios para votar en contra de la reforma, acusando al PAN de intentar imponerle una postura sin un análisis adecuado de la propuesta.
Sin embargo, Yunes Márquez ha justificado su decisión aludiendo a un enfoque pragmático. Argumentó que, aunque la reforma no es perfecta, representa una oportunidad para mejorar el sistema judicial a través de leyes secundarias. Al presentarse como un «opositor racional», ha dejado claro que su voto busca contribuir a un ambiente de estabilidad en el país, en un momento en que el sistema político parece desmoronarse bajo el peso de la violencia y la polarización.
La reacción del PAN no se hizo esperar. El partido rápidamente tildó a Yunes Márquez de traidor, asegurando que su voto a favor de la reforma es una puñalada en la espalda de quienes lo eligieron. Además, algunos líderes del partido insinuaron que el senador podría haber pactado con Morena para evitar enfrentarse a cargos legales que han sido interpretados como persecución política. Por su parte, los senadores de Morena celebraron el cambio de postura de Yunes Márquez como un triunfo clave para avanzar en la agenda legislativa de AMLO.
La toma del Senado: manifestantes en acción
Mientras tanto, la tensión política alcanzó un nuevo punto álgido el 10 de septiembre de 2024, cuando un grupo de manifestantes, en su mayoría trabajadores del Poder Judicial y jóvenes, irrumpió en las instalaciones del Senado durante la discusión de la reforma judicial. Este acto de protesta, que comenzó pacíficamente, escaló rápidamente hasta convertirse en un tumulto que obligó a la suspensión de la sesión.
A pesar del despliegue de seguridad en el área, los manifestantes lograron ingresar al pleno, donde exigieron que los senadores escucharan sus demandas. Con cánticos como «¡El Poder Judicial no va a caer!» y «¡Dónde están los senadores que nos iban a escuchar!», lograron abrir las puertas del salón de sesiones, generando caos y confusión en el recinto legislativo.
El personal de seguridad del Senado intentó controlar la situación utilizando extintores, pero la presión de los manifestantes fue tal que los senadores de Morena, PVEM y PT tuvieron que abandonar el pleno por puertas alternas. Mientras tanto, los senadores de la oposición permanecieron en sus escaños, solidarizándose con los manifestantes y condenando la reforma judicial.
Este incidente no solo refleja la creciente polarización en torno a las políticas de AMLO, sino que también pone de relieve la creciente frustración de amplios sectores de la sociedad mexicana ante lo que consideran una amenaza a la independencia judicial. La toma del Senado fue vista por algunos como un acto de resistencia legítima contra la imposición de una reforma que podría concentrar más poder en el Ejecutivo, mientras que otros lo catalogaron como una afrenta a las instituciones democráticas del país.
El futuro de México pende de un hilo. Las reformas propuestas por AMLO, la violencia desenfrenada y la polarización política han creado un ambiente de incertidumbre que podría definir el rumbo del país en los próximos años. Mientras AMLO busca dejar su huella en la historia, figuras como Yunes Márquez emergen como jugadores clave en un tablero donde las lealtades cambian y las decisiones tienen repercusiones de largo alcance. En este contexto, la toma del Senado por manifestantes es solo el más reciente capítulo de un drama político que no muestra signos de resolverse pronto. ¿Hacia dónde se dirige México? Solo el tiempo lo dirá.