Por Juan Pablo Ojeda
Xóchitl Gálvez Ruiz, exsenadora y excandidata presidencial de la oposición, hizo un grave señalamiento sobre una red de explotación sexual de mujeres indígenas, presuntamente encabezada por el Cártel San Juan Chamula, un grupo criminal con fuerte presencia en Chiapas desde hace al menos tres años.
La exlegisladora panista denunció que, además de dedicarse a la extorsión y tráfico de drogas, este grupo delictivo ha establecido una red de explotación sexual que involucra a mujeres indígenas, principalmente de la comunidad Tzotzil. De acuerdo con Gálvez, la organización ha producido una cantidad «alarmante» de material pornográfico, que involucra a mujeres de todas las edades.
A través de un video publicado en su cuenta de X, Gálvez exigió a las autoridades de Chiapas y a la titular de la Secretaría de las Mujeres, Citlali Hernández, investigar y sancionar a los responsables de esta actividad delictiva. «Es alarmante la venta y producción de pornografía de mujeres indígenas tzotziles que se ha conocido en las últimas semanas. Todo indica que el Cártel de San Juan Chamula, además de la extorsión y venta de droga, tiene una red de explotación sexual de mujeres indígenas de todas las edades», subrayó la exsenadora.
En este sentido, Gálvez hizo un llamado a las autoridades a actuar con firmeza y no solo quedarse en los discursos, sino aplicar políticas y acciones concretas para erradicar este tipo de violencia. «Aquí es donde aplica el ‘llegamos todas’, no en el discurso, debe ser en los hechos», insistió.
Cabe recordar que el Cártel San Juan Chamula ha sido señalado previamente por sus actividades ilícitas en Chiapas. En noviembre de 2021, el entonces subsecretario de Seguridad Pública, Ricardo Mejía Berdeja, reconoció la existencia del grupo y su relación con el asesinato del fiscal de Justicia Indígena, Gregorio Pérez Gómez.
De acuerdo con investigaciones previas, el Cártel de San Juan Chamula surgió tras el declive de Los Zetas en Chiapas, tomando el control de diversas actividades ilícitas, incluyendo la trata de personas, el tráfico de migrantes, armas, drogas, y, como ha señalado Gálvez, la explotación de mujeres indígenas para la producción de pornografía. La organización criminal tiene su origen en la región tzotzil y ha logrado expandirse a otros municipios que desembocan en el Golfo de México, donde distribuyen la mercancía ilícita. Su líder, conocido solo como «El Caracol», sigue siendo una figura misteriosa y difícil de identificar.