Por Juan Pablo Ojeda
El controvertido pero persistente Ulises Lara López volvió a ocupar titulares este 16 de mayo, al asumir oficialmente la titularidad de la Fiscalía Federal en el estado de Morelos, en sustitución de Hugo Bello Ocampo. La designación fue respaldada por el fiscal general de la República, Alejandro Gertz Manero, y marca el regreso de Lara al ámbito judicial, esta vez en una nueva trinchera.
Desde sus redes sociales, Lara agradeció la confianza del fiscal general y compartió imágenes de su toma de protesta, acompañadas de un mensaje sencillo pero simbólico: “Seguiremos trabajando por la Justicia”. La frase parece intentar contrastar con la larga estela de controversias que arrastra desde su paso por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX).
Vale la pena recordar que Lara asumió la FGJCDMX en enero de 2024 tras la no ratificación de Ernestina Godoy por parte del Congreso capitalino. En ese momento, su designación como fiscal interino generó polémica inmediata, pues no contaba con título profesional en Derecho, un requisito legal para ocupar el cargo. Curiosamente, su cédula profesional fue expedida al día siguiente por la SEP, registrándolo como licenciado en Derecho por el Centro Universitario Centro Cúspide de México. Para muchos, eso confirmó lo que ya parecía un nombramiento acomodado al vapor.
Uno de los episodios más polémicos durante su breve gestión capitalina ocurrió el 14 de agosto de 2024, cuando intervino personalmente en un intento de detención del exgobernador de Chihuahua, Javier Corral Jurado, acusado de peculado. El operativo tuvo lugar en el restaurante Gin Gin, en la colonia Roma de la CDMX, donde agentes de la Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua buscaban cumplimentar una orden de aprehensión.
La intervención de Lara fue interpretada por medios y observadores como una especie de “rescate institucional” del exmandatario panista. El fiscal justificó su presencia argumentando que fue a verificar la legalidad del procedimiento, y más tarde aseguró que el operativo estaba sustentado en un oficio interno sin valor para exigir colaboración interinstitucional. Para algunos, fue una defensa de la legalidad; para otros, una maniobra política.
Ahora, en su nuevo encargo en Morelos, Ulises Lara llega con un historial reciente cargado de tensiones, decisiones polémicas y una carrera marcada por giros abruptos. El respaldo de Gertz Manero sugiere que, al menos dentro de la estructura de la Fiscalía General de la República (FGR), sigue siendo una figura de confianza.
Morelos, un estado afectado por altos índices de violencia, impunidad y crimen organizado, será un terreno complicado. La expectativa es alta, y las preguntas sobre su independencia, capacidad operativa y decisiones pasadas no han desaparecido. Lo cierto es que, con Lara en Morelos, la política y la justicia volverán a cruzarse —y de cerca—.