Por Juan Pablo Ojeda
El expresidente Donald Trump, fiel a su estilo provocador, volvió a lanzar declaraciones polémicas sobre sus dos principales vecinos comerciales: México y Canadá. En una conferencia desde la Sala Oval de la Casa Blanca, Trump aseguró que ambos países “viven” del acceso al mercado estadounidense y que, sin esa relación, “no tendrían país”.
“Nosotros somos una tienda grande y hermosa y todos quieren un pedazo de ella. China la quiere, Japón la quiere. México y Canadá también viven de nosotros. Sin nosotros, ellos no tendrían país”, dijo Trump, visiblemente convencido de que el poder de consumo estadounidense es el centro de gravedad de la economía global.
El comentario, que encendió alarmas tanto en círculos diplomáticos como económicos, llega en un momento clave, cuando Trump busca volver a la Casa Blanca y retoma una narrativa de presión comercial similar a la de su primera administración.
Aunque el expresidente admitió que no planea eliminar los aranceles impuestos a productos provenientes de más de 180 países, sí se mostró abierto a alcanzar nuevos acuerdos comerciales, dejando ver que su estrategia sigue girando en torno al uso de los aranceles como herramienta de negociación.
En el caso particular de México, Trump reveló que sostuvo una llamada “muy productiva” con Claudia Sheinbaum, la virtual presidenta electa, el pasado 16 de abril. “Tuvimos muy buenas pláticas ayer con México”, aseguró sin dar más detalles sobre el contenido de la conversación.
Por su parte, Sheinbaum confirmó vía X (antes Twitter) la comunicación con el expresidente estadounidense, y la calificó como cordial y con disposición al diálogo. “Seguiremos dialogando para alcanzar buenos acuerdos que beneficien a nuestros países y nuestros pueblos”, escribió.
Hasta ahora, los productos mexicanos contemplados en el acuerdo comercial T-MEC siguen libres de aranceles, pero la postura de Trump no deja de generar incertidumbre. En varias ocasiones, ha manifestado su intención de abandonar el tratado que firmó durante su mandato como sustituto del antiguo TLCAN, aunque el proceso sería complejo y tendría implicaciones bilaterales profundas.
El mensaje que manda Trump con estas declaraciones no es nuevo: Estados Unidos primero, y quien quiera vender en su “gran tienda”, tendrá que adaptarse a sus reglas. Sin embargo, el tono de desprecio hacia países con los que mantiene una relación estratégica y comercial profunda genera fricciones que podrían escalar si su visión vuelve a convertirse en política oficial desde Washington.
Mientras tanto, México y Canadá siguen siendo socios fundamentales para la economía estadounidense: más del 14% del comercio exterior de EE. UU. proviene de México, y Canadá es su segundo socio comercial, solo detrás de China. La economía del continente, más que una relación de dependencia, es un entramado interconectado, donde cada país aporta, y mucho.
Pero para Trump, la narrativa del poder unidireccional sigue siendo su mejor estrategia electoral. Y mientras las campañas se calientan, el comercio internacional se convierte, una vez más, en una ficha más del ajedrez político estadounidense.
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