Por Bruno Cortés
Imagen by Grok AI
En el laberinto de la política internacional, donde cada jugada puede ser un jaque al rey, Donald Trump vuelve a la palestra con un as bajo la manga: declarar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Esta decisión, anunciada con el fervor que caracteriza al magnate, promete ser un golpe maestro en la lucha contra el narco, pero, ¿qué significa para México y su nueva presidenta, Claudia Sheinbaum?
Trump, en su estilo inconfundible, ha declarado haber sido «muy duro con México» en su primer mandato, y ahora, con el reinicio de su presidencia, no pierde la oportunidad de dejar claro que no bajará la guardia. La promesa de conversar con Sheinbaum, la nueva mandataria, sugiere un intento de diplomacia, aunque cargado de tensión y desafíos.
Este movimiento tiene el potencial de fortalecer la cooperación bilateral en seguridad, abriendo las puertas a nuevas estrategias y métodos para combatir el flagelo del narcotráfico. Al designar a los cárteles como terroristas, Estados Unidos podría aplicar medidas más severas, congelar activos, y hasta considerar intervenciones militares, aunque esto último sea un tema sensible.
En México, la idea de que otros países nos envían sus «narcotraficantes» ha sido siempre un punto álgido. Sin embargo, hay una oportunidad aquí: la de mostrar al mundo cómo México puede manejar esta crisis con autonomía pero también con la colaboración internacional adecuada. La soberanía mexicana está en juego, pero también la posibilidad de limpiar sus calles de una vez por todas.
El diálogo entre Trump y Sheinbaum podría marcar un nuevo capítulo en la relación México-Estados Unidos. Si logran encontrar un equilibrio entre seguridad y soberanía, ambos países podrían salir beneficiados. México tiene la oportunidad de demostrar su capacidad de liderazgo en el combate al crimen organizado, mientras que Estados Unidos podría apoyar sin invadir, respetando la autonomía del vecino del sur.