Trump lanza ofensiva contra Harvard en una nueva batalla ideológica por el control universitario

Por Juan Pablo Ojeda

 

El expresidente y actual mandatario de Estados Unidos, Donald Trump, ha intensificado su ofensiva contra la Universidad de Harvard, a la que acusa de ser un «bastión izquierdista» y de promover valores que, según él, atentan contra los principios tradicionales del país. La embestida, difundida a través de su red social, es el capítulo más reciente de una campaña del Gobierno federal para imponer control ideológico sobre instituciones académicas privadas, desatando críticas incluso dentro del espectro conservador.

“Harvard ha estado contratando a casi todos los ‘woke’, radicales de izquierda, idiotas y cerebros de chorlito que solo saben enseñar FRACASO”, escribió Trump, añadiendo que la universidad “ya no puede considerarse un lugar decente para aprender” y que “no debería recibir fondos federales”.

Congelamiento de fondos y amenaza fiscal

Este lunes, la Administración Trump anunció la congelación de 2 mil 200 millones de dólares en fondos federales destinados a Harvard, tras la negativa de la universidad a disolver sus programas de diversidad y someter a escrutinio ideológico a su personal y estudiantes, en especial aquellos provenientes del extranjero. La medida fue justificada por el Gobierno en el marco de una campaña contra el presunto antisemitismo en los campus universitarios.

Trump también ha amenazado con revocar la exención fiscal de Harvard, una acción que, de concretarse, marcaría un precedente legal sin antecedentes en la historia moderna del país.

La respuesta de Harvard no se hizo esperar. Su presidente, Alan Garber, afirmó en un comunicado que «ningún gobierno debería dictar qué puede enseñar una universidad privada, ni a quién debe admitir o contratar, o qué áreas de estudio o investigación pueden seguir”. Añadió que las exigencias del Gobierno “invaden libertades universitarias reconocidas desde hace mucho tiempo por la Corte Suprema”.

Críticas desde la derecha y advertencias sobre la competitividad científica

Las medidas adoptadas por la Administración han generado resistencia no solo en los sectores progresistas, sino también entre figuras conservadoras. En un editorial titulado “Donald Trump quiere dirigir Harvard”, el influyente The Wall Street Journal cuestionó el intento de la Casa Blanca de microgestionar la vida académica: “¿Va a tener Harvard que pedir a sus solicitantes si apoyan a Trump?”, ironizó el diario.

El Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), también bajo presión del Gobierno y con varios estudiantes afectados por la revocación de visados, alertó que estas políticas pueden tener efectos contraproducentes. “La amenaza de revocar visados inesperadamente va a hacer más improbable que venga a Estados Unidos el talento de todo el mundo”, advirtió su presidenta, Sally Kornbluth, en una declaración.

Una batalla más amplia: universidades bajo asedio

Más allá de Harvard, las nuevas directrices del Gobierno incluyen restricciones a las protestas estudiantiles, con medidas como la prohibición de cubrirse el rostro en manifestaciones y la detención o deportación de estudiantes extranjeros que expresen simpatías propalestinas.

Estas acciones forman parte de una visión más amplia que Trump y sus aliados han promovido desde su regreso a la presidencia: la idea de que las universidades estadounidenses son centros de “adoctrinamiento izquierdista” y “antiamericanismo”.

El comentarista conservador Michael Goodwin, colaborador de Fox News y del New York Post, expresó su respaldo a esta línea dura. “Harvard es solo uno de tantos ejemplos: Columbia, Penn, Yale, Cornell, Brown, Berkeley, Michigan y tantas otras universidades son culpables de los mismos pecados”, escribió.

Una confrontación que redefine los límites entre Estado y academia

La ofensiva de Trump representa una tensión histórica entre autonomía universitaria y control estatal. Lo que está en juego no es solo la financiación pública o los programas académicos, sino la libertad de pensamiento y la pluralidad ideológica en el corazón del sistema educativo estadounidense.

Mientras crece el número de universidades que se pliegan, en mayor o menor medida, a las exigencias del nuevo Gobierno, el caso de Harvard podría marcar un punto de inflexión en la defensa —o erosión— de la independencia académica en Estados Unidos.

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