Por Juan Pablo Ojeda
El Tren Maya, una de las obras más ambiciosas del gobierno de la Cuarta Transformación, ha generado grandes expectativas en su primer mes de operación, al movilizar a 784 mil 536 pasajeros entre diciembre de 2023 y el 20 de enero de 2025. El director general de la obra, general Óscar David Lozano Águila, compartió estos datos en la conferencia matutina de Palacio Nacional, destacando el éxito de la obra insignia del presidente Andrés Manuel López Obrador.
En este lapso de tiempo, se han vendido un total de 791 mil 730 boletos, de los cuales 500 mil 427 fueron adquiridos en taquilla y 291 mil 303 a través de plataformas en línea. Las estaciones más populares han sido Mérida, Cancún Aeropuerto y Playa del Carmen, con la mayor venta de boletos registrándose en las primeras dos: 189 mil 536 boletos para Mérida y 180 mil 079 para Cancún Aeropuerto.
Uno de los hitos del Tren Maya fue en diciembre de 2024, cuando el número de boletos vendidos alcanzó los 111 mil 851, lo que significó un incremento del 38.27% respecto al verano de ese mismo año. Este repunte refleja el creciente interés tanto del turismo nacional como internacional por vivir la experiencia de este nuevo medio de transporte. Según Lozano Águila, el objetivo de la obra no solo es ofrecer un servicio atractivo, sino también eficiente y seguro, a la par de promover el patrimonio cultural del sureste del país.
El Tren Maya recorre una ruta de mil 554 kilómetros a través de los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, y se ha convertido en una pieza clave dentro de los planes de desarrollo del sureste mexicano. Sin embargo, la obra ha sido objeto de controversia debido a su sobrecosto. Originalmente, el proyecto tenía un presupuesto estimado de 140 mil millones de pesos, pero los costos actuales han superado los 500 mil millones de pesos. Este desajuste en el presupuesto ha levantado críticas sobre la viabilidad económica y el manejo de los recursos públicos.
Además, organizaciones nacionales e internacionales han manifestado su preocupación sobre el impacto que el Tren Maya podría tener en los derechos humanos de los pueblos indígenas que habitan la región, así como en el medioambiente. Las críticas apuntan a posibles daños a ecosistemas sensibles y el desplazamiento de comunidades que dependen de esas tierras para su subsistencia.
Aunque el tren ha logrado una recepción positiva entre los turistas y en términos de pasajeros, el debate sobre su impacto a largo plazo continúa, y será necesario encontrar un balance entre el desarrollo de la infraestructura y la protección de los recursos naturales y sociales del sureste de México.