En México, el duelo entre trabajo remoto y presencial define el empleo pospandemia. La crisis sanitaria catapultó el home office como una solución inmediata, pero con la recuperación económica, las empresas enfrentan un dilema: mantener la flexibilidad o volver a la oficina. Este debate no solo refleja las prioridades corporativas, sino también el impacto en la productividad y el bienestar de los trabajadores, quienes oscilan entre la libertad del teletrabajo y los beneficios de la interacción presencial.
La pandemia transformó el panorama laboral en México, obligando a empresas y empleados a adaptarse al trabajo remoto. Según un estudio de Michael Page, el 68% de los trabajadores mexicanos asegura que el home office incrementa su productividad благодаря a una mejor concentración y la eliminación de traslados. Este modelo también ofrece ahorros económicos y flexibilidad geográfica, permitiendo a muchos equilibrar mejor su vida personal y profesional, un factor clave en su satisfacción laboral.
Sin embargo, la presencialidad no ha perdido terreno del todo. KPMG México señala que las empresas apuestan por el regreso a la oficina para fomentar la colaboración y transmitir la cultura organizacional. Olivia Segura, experta en Capital Humano de KPMG, subraya que el contacto directo facilita el aprendizaje de los nuevos empleados y protege la confidencialidad de la información, aspectos críticos en sectores como el financiero o el tecnológico.
Los datos muestran una realidad mixta en términos de productividad. Un reporte de la Universidad de Guadalajara indica que el teletrabajo podría aumentar el rendimiento hasta en un 28% si se implementa parcialmente, mientras que el Instituto Nacional de Estadísticas reporta mejoras de entre 5% y 25% en esquemas híbridos. No obstante, el 53% de los gerentes encuestados por Michael Page discrepa, argumentando que el trabajo remoto diluye la supervisión y complica la coordinación entre equipos.
El bienestar laboral también está en juego. La eliminación de traslados ha reducido el estrés para muchos, según KPMG, pero el aislamiento del home office puede afectar la salud mental. En contraste, un estudio de Ipsos revela que el 62% de quienes asisten a la oficina unos días a la semana reportan una mejora en su bienestar, gracias a la interacción social y creativa que propicia el entorno presencial.
Las empresas mexicanas, sin embargo, muestran resistencia al cambio. Capterra indica que el 32% de las organizaciones ha incrementado los días obligatorios en la oficina, superando el promedio global del 20%. Esta tendencia responde a una cultura laboral arraigada que asocia productividad con presencia física. De hecho, el 76% de los directores generales espera volver al modelo prepandemia en tres años, según KPMG.
Aun así, el trabajo remoto tiene defensores firmes. Mercer reporta que el 90% de las empresas considera adoptar esquemas flexibles, combinando ambos modelos. Esta preferencia por lo híbrido responde a la demanda de los empleados, ya que el 58% de quienes volvieron a la presencialidad plena está insatisfecho y más de la mitad busca otro empleo, según Page Group.
La creatividad y la innovación son otros puntos a favor de la oficina. Blanya Cristina Correal, de TAMIM HR Consulting, destaca que las interacciones cara a cara generan ideas que el home office no siempre replica. Esto es especialmente relevante para industrias que dependen de la colaboración espontánea, un aspecto que las empresas buscan recuperar tras años de distanciamiento.
En conclusión, México se encuentra en una encrucijada laboral. El trabajo remoto destaca por su flexibilidad y beneficios individuales, mientras que el presencialidad refuerza la cohesión y la identidad corporativa. La solución parece inclinarse hacia modelos híbridos que combinen lo mejor de ambos mundos, siempre que las empresas escuchen a sus trabajadores y adapten sus estrategias a esta nueva realidad.