En el corazón del norte de la Ciudad de México, las Tortas de Vallejo han ganado fama por ofrecer tortas gigantes de lengua confitada que deleitan a cualquier paladar. Este legendario puesto, conocido como Tortas de la 7, ha sido un icono gastronómico durante más de cincuenta años, ubicado en la Calle 7, esquina con Vallejo, en la frontera entre Azcapotzalco y Gustavo A. Madero.
Desde tempranas horas de la mañana, largas filas de clientes ansiosos se forman alrededor del pequeño puesto de lámina, deseosos de probar estas tortas generosamente servidas. Las Tortas de Vallejo no se destacan por su variedad de ingredientes, sino por la calidad y cantidad de sus proteínas principales, acompañadas de jitomate, aguacate y chiles encurtidos. Juan Gutiérrez, hijo del fundador, recuerda cómo la necesidad de adaptar la receta de la lengua de cerdo debido a los costos, llevó a la creación de una preparación casera que se ha convertido en la favorita de muchos.
La especialidad de la casa es la lengua de cerdo confitada, cocida lentamente en aceite al estilo de las carnitas, ofreciendo un sabor único y distintivo. Además de la famosa torta de lengua, el menú incluye opciones tradicionales como milanesa, pierna, jamón, salchicha con huevo, chorizo, quesillo y queso de puerco. Combinaciones como la cubana y la suiza también están disponibles, deleitando a quienes buscan un toque diferente.
A pesar de que la pandemia obligó a cerrar el pequeño local complementario, las ventas en el puesto de calle no se detuvieron. Clientes habituales y nuevos siguen acudiendo, especialmente los viernes y sábados por la tarde, para disfrutar de las icónicas tortas. Para mayor comodidad, Tortas de Vallejo ofrece la opción de disfrutar estas delicias en un local cercano, acompañado de bebidas como agua fresca, Boing o refrescos, y los clásicos chiles encurtidos que potencian el sabor de cada bocado.
Si te encuentras en la zona de La Raza o Vallejo y buscas una comida deliciosa, abundante y económica, Tortas de la 7 es tu destino ideal. Este puesto se ha consolidado como una parada obligada en el norte de la Ciudad de México, combinando lo bueno, bonito y barato en cada torta.