La automatización en el sector minorista está transformando la experiencia de compra de millones de personas. Las cajas de autopago han ganado popularidad en supermercados y tiendas de todo el mundo, prometiendo rapidez y eficiencia para quienes desean minimizar el tiempo en las filas. Sin embargo, esta tecnología también genera debate: mientras algunos clientes valoran la agilidad del autopago, otros lamentan la pérdida del trato personalizado que ofrecen los empleados de caja.
Las cajas de autopago están diseñadas para que los clientes puedan escanear sus productos y completar el pago sin la asistencia de un cajero. Este sistema ha sido adoptado en países como Estados Unidos y China, donde incluso existen tiendas sin personal de caja, como el famoso proyecto Amazon Go. Sin embargo, en España, aunque su uso ha crecido desde la pandemia, se mantiene un enfoque híbrido, combinando cajas tradicionales y terminales de autopago.
Según María José Sanzo Pérez, catedrática de Comercialización e Investigación de Mercados en la Universidad de Oviedo, «la integración de las nuevas tecnologías en las tiendas físicas, como las cajas de autopago, no puede entenderse de forma aislada, sino dentro de un proceso global de transformación digital». A pesar de esta tendencia, el uso de efectivo sigue siendo preferido por muchos consumidores. Un estudio del Banco de España en 2023 reveló que el 65% de la población aún usa efectivo a diario, siendo la principal forma de pago para el 76% de los mayores de 65 años.
No obstante, las cajas de autopago no están exentas de desafíos. Manuel Zaplana Llinares, Social Director de Branding and Retail, destaca que «la culturización de ciertos segmentos de consumidores hacia esta forma de cobro» es crucial para su adopción. Para algunos, la falta de interacción humana y la complejidad de uso representan barreras significativas. Además, el Barómetro del Hurto en la Distribución Comercial 2023 indica que «el 56% de las empresas admite que el hurto en cajas de autopago es mayor».
El auge de las cajas de autopago refleja un cambio en los hábitos de consumo, donde la inmediatez y la eficiencia son cada vez más valoradas. Sin embargo, para muchos consumidores, la experiencia de compra va más allá de la rapidez. La posibilidad de interactuar con un empleado puede hacer la diferencia en términos de fidelidad y satisfacción del cliente. «Gran parte de la experiencia del consumidor recae en las personas que les atienden», subraya Zaplana, lo que sugiere que la despersonalización del servicio podría llevar a una pérdida de fidelidad en ciertos segmentos de clientes.
Empresas como Lidl han adoptado un enfoque mixto. Desde 2018, la cadena ha implementado terminales de autopago en sus tiendas urbanas más concurridas, mientras que otras grandes superficies como Carrefour, Aldi, Eroski y Consum también han expandido este servicio para agilizar las compras pequeñas y reducir las colas.
En el sector textil, gigantes como Zara, Bershka, Uniqlo, Decathlon y H&M han ido más allá al integrar la tecnología de radiofrecuencia RFID en sus tiendas, permitiendo que los clientes depositen todas las prendas a la vez en un terminal para realizar el pago en cuestión de segundos.
Aunque las cajas de autopago ofrecen ventajas en términos de rapidez y eficiencia, su adopción generalizada aún enfrenta retos significativos, desde el hurto hasta la resistencia de ciertos segmentos de clientes. La «tienda phygital», que combina lo mejor del mundo físico y digital, podría ser la respuesta para satisfacer tanto a los amantes de la inmediatez como a aquellos que valoran el trato humano.
El desafío para las empresas será encontrar el equilibrio adecuado entre automatización y servicio personalizado, adaptándose a las necesidades y preferencias de sus clientes para mejorar la experiencia de compra y asegurar su fidelidad.