Sheinbaum mete orden en Morena: “Nada de campañas antes de tiempo”

Por Bruno Cortés

¿Ambulancias con tu cara? Solo en campaña… ¿o antes?

Dicen que en política la forma es fondo, pero cuando la forma es una ambulancia con tu foto, el fondo huele a campaña anticipada. Y eso es justo lo que está en el centro del escándalo que sacude a Morena y que ya llegó hasta Palacio Nacional. La senadora Andrea Chávez —quien al parecer ya anda en modo candidata a la gubernatura de Chihuahua— ha sido denunciada por usar ambulancias y brigadas médicas para promoverse antes de tiempo. ¿La cereza del pastel? Las unidades traen su imagen, su nombre, y supuestamente fueron financiadas por empresarios cercanos a Adán Augusto López. El PAN puso el grito en el cielo (y la denuncia en la FGR), mientras la presidenta Claudia Sheinbaum se lava las manos… pero no del todo.

Una carta con dedicatoria (y sin nombres)

En la mañanera del 8 de abril, Sheinbaum —con esa sonrisa de «no me meto, pero ahí les va el zape»— anunció que enviará una carta a la dirigencia de Morena para proponer reglas claras y evitar que las campañas de 2027 empiecen en 2025. Aunque no nombró directamente a Chávez, el mensaje fue más claro que un espectacular en plena carretera: «Que nadie se adelante», dijo, haciendo referencia a los tiempos electorales. La presidenta, en su papel de madre estricta del movimiento, busca evitar que la casa se le llene de hijos rebeldes con aspiraciones y ambulancias propias.

El PAN no perdona (y tampoco olvida)

Los azules ya afilan los colmillos. La dirigencia panista en Chihuahua, encabezada por Daniela Álvarez, acusó a Chávez de al menos 15 delitos, entre ellos lavado de dinero, defraudación fiscal y —cómo no— actos anticipados de campaña. Denunciaron el uso de más de 2,000 millones de pesos en supuestos contratos públicos canalizados a través de empresarios como Fernando Padilla Farfán, y señalaron que las ambulancias, valoradas en 10 millones cada una, son solo la punta del iceberg. Un iceberg que, si se derrite, puede hundir no solo una candidatura, sino un proyecto político.

Chávez se defiende… a medias

La senadora ha respondido que todo se trata de convenios con el sector privado, y que ella no ha tocado un solo peso público. Pero aceptar donativos —aunque sean «de buena fe»— puede ser considerado cohecho según la Ley General de Responsabilidades Administrativas. Como quien dice, si no fue ilegal, mínimo fue torpe. Y en política, lo torpe se paga caro. Según un reportaje de Carlos Loret de Mola, las caravanas médicas de Chávez han costado más de 200 millones de pesos en dos años. ¿Y los contratos? Bien, gracias.

Sheinbaum vs. el desorden interno

La presidenta no quiere más sobresaltos en su movimiento. Además de la carta a Morena, trascendió que planea hablar con Adán Augusto López para frenar cualquier apoyo a Chávez, y con Luisa María Alcalde, actual presidenta del CEN de Morena, para cortarle las alas a tiempo. La instrucción no es explícita, pero se entiende: si Morena quiere ganar en 2027, no puede darse el lujo de parecer un circo sin carpa, donde cada senador monta su propio show de campaña con luces, sonido y servicio médico incluido.

Propiedades, favores y algo más que salud

Por si no fuera suficiente con las ambulancias, las investigaciones apuntan a la compra de al menos dos propiedades en Chihuahua a nombre de terceros, que habrían sido adquiridas en el último trimestre del año pasado. El PAN sugiere que esto podría formar parte de una red de corrupción más amplia. Y mientras tanto, las brigadas de salud siguen operando, con camiones rotulados y personal uniformado con el nombre de Chávez. Todo muy saludable… menos para la democracia.

¿Reglas para todos o advertencia velada?

El gesto de Sheinbaum, aunque loable, deja en el aire una gran pregunta: ¿las nuevas reglas aplicarán para todos o solo para quienes se pasen de listos demasiado pronto? El riesgo es que la carta se convierta en un simple pañuelo mojado si no hay consecuencias reales. Por ahora, la presidenta gana puntos al marcar límites, pero la ciudadanía —esa que cada vez ve más Netflix y menos mañaneras— espera algo más que gestos simbólicos. Porque al final, lo que está en juego no es solo una gubernatura, sino la credibilidad de un movimiento que prometió no mentir, no robar y no traicionar.


¿Y tú qué opinas? ¿Es ética la filantropía con nombre y apellido en época preelectoral o estamos frente a la reinvención de la campaña disfrazada de buena voluntad?

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