Resiliencia emocional: clave para adaptarse, avanzar y liderar con fortaleza

Resiliencia emocional: clave para adaptarse, avanzar y liderar con fortaleza

En un contexto de constantes cambios, crisis económicas, presiones laborales y retos personales, la resiliencia emocional se convierte en una herramienta esencial para la vida moderna. Esta capacidad de adaptarse a la adversidad y salir fortalecido no solo mejora el bienestar individual, sino que también es una característica fundamental en líderes políticos, sociales y empresariales.

La resiliencia emocional no significa ignorar el dolor o evitar las emociones negativas, sino más bien entenderlas, procesarlas y canalizarlas de forma constructiva. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), fomentar la resiliencia puede prevenir trastornos como la ansiedad o la depresión, y aumentar la calidad de vida general.

Especialistas en psicología, como la doctora María Elena Medina-Mora, exdirectora del Instituto Nacional de Psiquiatría en México, coinciden en que la resiliencia se puede desarrollar a cualquier edad y que su base está en el autoconocimiento y la regulación emocional. «No se trata de ser invulnerable, sino de mantener el equilibrio ante lo inesperado», afirma.

En el ámbito político, esta habilidad ha sido determinante para figuras que han enfrentado derrotas electorales, campañas de desprestigio o decisiones difíciles. Un caso emblemático es el del presidente Andrés Manuel López Obrador, cuya persistencia tras dos derrotas presidenciales consecutivas se ha citado como ejemplo de resiliencia aplicada a la vida pública.

El desarrollo de esta fortaleza emocional empieza por identificar aquello que nos motiva a seguir adelante. Puede ser una causa, una meta personal, la familia o incluso el deseo de cambio. Los expertos aconsejan escribir esos motivos en un lugar visible, practicar la gratitud y construir redes de apoyo sólidas.

A nivel institucional, la resiliencia también puede incorporarse como valor en políticas públicas. El sistema educativo mexicano, por ejemplo, ha comenzado a integrar programas de educación socioemocional en escuelas primarias y secundarias, con el objetivo de preparar a niñas, niños y adolescentes para enfrentar los retos personales y académicos de forma saludable.

Por su parte, organizaciones civiles como el Centro de Inteligencia Emocional Aplicada han comenzado a capacitar a servidores públicos en resiliencia emocional, con el fin de mejorar la toma de decisiones bajo presión, la empatía con la ciudadanía y el trabajo en equipo dentro de las dependencias gubernamentales.

La pandemia por COVID-19 puso a prueba nuestra capacidad de resiliencia a nivel global. El confinamiento, las pérdidas y la incertidumbre obligaron a millones a desarrollar nuevas formas de afrontar la vida. Estudios recientes del Instituto Nacional de Salud Pública de México revelan que quienes cuentan con herramientas de resiliencia emocional presentaron menores niveles de angustia y una recuperación más rápida tras el confinamiento.

Al final, fortalecer la resiliencia emocional no es solo un recurso para momentos de crisis, sino una inversión para el futuro. En una sociedad que demanda adaptación constante, quienes logran mantenerse firmes emocionalmente no solo sobreviven: lideran, inspiran y transforman.

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