El concepto de «perrhijo» ha revolucionado la idea tradicional de familia, extendiendo su definición más allá de los lazos humanos para incluir a las mascotas como miembros integrales del núcleo familiar. Originado en México en 2011, este término ha ganado popularidad mundial, desafiando las nociones convencionales y reflejando un cambio cultural en el tratamiento y la percepción de los animales domésticos.
El fenómeno de los perrhijos es solo la punta del iceberg, ya que se extiende a una variedad de especies como gatos (gathijos), peces (pezhijos), serpientes (culebrhijos), aves (avhijos), iguanas (iguanhijos) y hurones (hurhijos), cada uno tratado con el mismo cariño y atención que tradicionalmente se reservaba solo para los hijos humanos.
En las calles de las ciudades y las tiendas especializadas en mascotas, es común ver a perros en cochecitos de bebé, gatos ataviados con trajes estilizados y hasta reptiles alimentados con el mayor cuidado. Este antropomorfismo, aunque criticado por algunos especialistas que lo consideran perjudicial para el bienestar animal, muestra una profunda conexión emocional entre las personas y sus mascotas.
La aceptación de las mascotas como familiares no se limita a simples gestos de cariño; se extiende a prácticas como celebrar cumpleaños, organizar bodas y hasta realizar funerales. En algunos lugares, se llevan a cabo rituales religiosos para mascotas, lo que refleja el profundo vínculo emocional y la importancia de estos seres en las vidas de sus dueños.
En España, por ejemplo, el número de perros supera al de niños menores de 14 años, evidenciando la preferencia de muchas personas por la compañía canina. Este cambio en las prioridades también es notable en Estados Unidos, donde un gran porcentaje de millennials opta por mascotas en lugar de hijos, destacando la influencia de las mascotas en las decisiones de vida de las personas.
Este cambio cultural también ha llegado a la legislación, con propuestas para reconocer legalmente a las mascotas como miembros afectivos y morales de la familia, lo que podría llevar a que lleven el apellido de sus dueños y sean considerados en decisiones legales y médicas.
Este enfoque moderno hacia las mascotas como perrhijos y más refleja una transformación en la sociedad, donde los animales son vistos no solo como compañeros, sino como seres que enriquecen emocionalmente nuestras vidas, desafiando nuestras ideas tradicionales de familia y convivencia.