Para algunas personas con depresión, encontrar el medicamento adecuado puede ser un proceso de ensayo y error que dura meses o incluso años, lo que puede empeorar los síntomas.
Pero ¿y si los médicos, al diagnosticar una depresión, pudieran evaluar exactamente cómo está afectando al cerebro del paciente y prescribirle un tratamiento adecuado a la primera?
Los científicos pueden estar un paso más cerca de esa realidad, gracias a una nueva investigación que ha identificado seis subtipos, o «biotipos», de depresión mayor mediante imágenes cerebrales combinadas con aprendizaje automático. El estudio, publicado el lunes en la revista académica Nature Medicine, también probó cómo respondían tres de esos biotipos a diferentes antidepresivos y terapias.
«En la actualidad no existen pruebas que ayuden a determinar con precisión qué tipo de depresión tienen las personas o, lo que es especialmente importante, qué tratamiento podría ser el más adecuado para ellas», afirma Leanne Williams, autora principal del estudio y catedrática de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento en la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en California. «La situación actual es que dependemos de que la persona nos diga lo que experimenta y de que el médico o el terapeuta observen los síntomas y lleguen a un diagnóstico».
Cartografía de la depresión en el cerebro
Los autores utilizaron datos de 801 participantes adultos a los que se había diagnosticado previamente depresión o ansiedad, y 137 participantes sanos del grupo de control. Los autores utilizaron imágenes por resonancia magnética funcional (IRMf) para medir la actividad cerebral de los participantes cuando estaban en reposo, centrándose en regiones cerebrales que desempeñan un papel en la depresión y en las conexiones entre esas regiones. También controlaron la actividad cerebral cuando los participantes realizaban diversas pruebas que evaluaban su funcionamiento cognitivo y emocional.
Los seis biotipos de depresión hallados por los autores incluyen uno caracterizado por la hiperactividad en las regiones cognitivas, asociado con más ansiedad, sesgo negativo, desregulación de la amenaza y anhedonia. Otro biotipo estaba marcado por niveles más altos de conectividad cerebral en tres regiones asociadas con la depresión y la resolución de problemas, mientras que otro se distinguía por niveles más bajos de actividad en el circuito cerebral que gestiona la atención. También se identificaron biotipos con alta reactividad emocional y aquellos con menor actividad en las regiones cognitivas y emocionales del cerebro.
Tratamientos y próximos pasos
Los autores asignaron aleatoriamente a 250 de los participantes a recibir terapia conductual conversacional o uno de los tres antidepresivos de uso común: venlafaxina, escitalopram o sertralina. Los resultados mostraron que los participantes respondieron de manera diferente según su biotipo, lo que sugiere que un enfoque personalizado podría mejorar significativamente el tratamiento de la depresión.
Aunque el estudio tiene limitaciones, como el bajo número de participantes y la falta de diversidad, representa un paso importante hacia la psiquiatría de precisión. Williams recibió una subvención de 18,8 millones de dólares para continuar esta investigación y desarrollar mejores herramientas de diagnóstico y tratamiento para los biotipos de depresión.