La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó que para 2022, estima que en un escenario extremo, en el que la inflación aumente más de lo previsto, la pobreza en México podría alcanzar una tasa de 37.2 por ciento, lo que implicaría que 2.5 millones de personas más estarían en esta condición.
De acuerdo con el documento “Repercusiones en América Latina y el Caribe de la guerra en Ucrania: ¿cómo enfrentar esta nueva crisis?”, la pobreza en México aumentará 1.3 puntos porcentuales, al pasar de 34.9 por ciento en 2021 a 36.2 por ciento en 2022, en un entorno de alta inflación, ocasionado por la crisis que desencadenó el covid-19 y profundizado con la guerra entre Ucrania y Rusia.
No obstante, estos niveles de pobreza se alcanzarán si la inflación se comporta según lo previsto en el escenario base, pero en caso de que la inflación supere en 2 puntos porcentuales tal escenario, la pobreza aumentaría 2.3 puntos porcentuales en México. “Lo cual nos llevaría de incrementos de pobreza de un millón 600 mil personas que pasarían a pobreza, con el escenario extremo, a casi 2.5 millones de personas que estarían en pobreza”, refirió el director de Estadística de la Cepal, Rolando Campos.
Pobreza en América Latina y el Caribe En América Latina y el Caribe, la incidencia de la pobreza regional alcanzaría 33 por ciento en 2021 (0.9 puntos porcentuales más que el valor proyectado para 2021), mientras que la pobreza extrema alcanzaría 14. 5 por ciento (0.7 puntos porcentuales más que en 2021).
Así, el aumento de 1.1 punto porcentual de la pobreza extrema implicaría que 7.8 millones de personas se sumarían a los 86.4 millones cuya seguridad alimentaria ya está en riesgo. La Cepal explicó que la tendencia de un crecimiento de los precios de los alimentos superior a la inflación general en la mayoría de los países perjudica no solo a las personas extremadamente pobres, sino también a los hogares de las partes media y media baja de la distribución del ingreso.
Señaló que esto se debe a que la participación de los alimentos en la estructura de consumo de los hogares aumenta a medida que disminuye el ingreso y, de mantenerse la relación entre el incremento anual de precios de los alimentos y del resto de los bienes observada hasta marzo de 2022.
Inflación En este contexto, señaló que las economías de América Latina y el Caribe comenzaron a experimentar un incremento de la tasa de inflación en 2021, pues al cierre del año pasado, la inflación anual de la región alcanzó una tasa anual de 6.6 por ciento y esta tasa aumentó a 8.1 por ciento en abril de 2022, al tiempo que muchos bancos centrales anticipan que la inflación se mantendrá elevada en lo que resta de año. Acciones Ante este panorama, la Cepal propuso seguir utilizando la política fiscal como elemento central de la política de desarrollo, y eso requiere fortalecer los ingresos públicos para ampliar el espacio fiscal, así como reducir la evasión, reorientar gastos tributarios y fortalecer la progresividad de la estructura tributaria.
Para contener las presiones inflacionarias, fundamentalmente impulsadas por factores de oferta, es necesario que la política monetaria utilice el más amplio espectro de herramientas disponibles.
Esto requiere combinar el uso de la tasa de política monetaria con instrumentos macro prudenciales y cambiarios, a fin de enfrentar la inflación minimizando los efectos negativos sobre el crecimiento y la inversión.
En lo inmediato, es necesario sostener el bienestar de los sectores más pobres, por lo que la seguridad alimentaria debe ser una prioridad, y esto implica que no se debe restringir el comercio internacional de alimentos y fertilizantes pues hacerlo aceleraría la inflación y dañaría a los más pobres.
Los subsidios a los alimentos también se deben considerar acciones como mantener o aumentar los subsidios a alimentos, implementar acuerdos de contención de precios de la canasta básica con productores y cadenas de comercialización, y reducir o eliminar aranceles a la importación de granos y otros productos básicos. A mediano plazo, son necesarias políticas agrícolas e industriales que fortalezcan el apoyo a la producción agropecuaria, así como aumentar la eficiencia en el uso de fertilizantes, priorizando los biofertilizantes.
La política industrial es clave para reducir la dependencia de la importación de fertilizantes en el mediano plazo. En materia de seguridad energética es imprescindible avanzar en las fuentes renovables y en la integración energética regional.
En la coyuntura, son necesarios mecanismos de estabilización de los precios de los combustibles; así como subsidios focalizados y temporales a los grupos de población más vulnerables y a los sectores productivos orientados al mercado interno, recalca el informe.