En un reciente informe presentado ante un comité de legisladores en Washington, Lloyd Austin, secretario de Defensa de Estados Unidos, reveló cifras alarmantes sobre la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza. Desde octubre, más de 25,000 mujeres y niños palestinos han perdido la vida, un número que subraya la grave situación humanitaria que enfrenta el enclave.
Este conflicto se intensificó tras el ataque del 7 de octubre por parte de Hamas, grupo islamista que controla Gaza y es designado como organización terrorista por la Unión Europea, contra territorio israelí, lo que resultó en la muerte de aproximadamente 1,160 personas, en su mayoría civiles, según datos oficiales israelíes. En respuesta, Israel inició una ofensiva con el objetivo declarado de aniquilar a Hamas, llevando a cabo ataques que han resultado en la muerte de más de 30,000 personas, según el Ministerio de Salud de Gaza.
La cifra proporcionada por Austin no solo destaca el impacto devastador del conflicto en la población civil, sino que también se suma a los llamados internacionales para un alto al fuego y la protección de los civiles en Gaza. A pesar de las diferencias en las cifras exactas de bajas, es evidente que la ofensiva ha tenido un coste humano extraordinario.
Durante su testimonio, Austin fue cuestionado acerca del apoyo militar de Estados Unidos a Israel, confirmando la entrega de 21,000 municiones de precisión guiadas a las fuerzas israelíes. Aunque aseguró que el gobierno estadounidense confía en que sus aliados utilizan estas armas de manera responsable, también reconoció que Israel «puede y debería hacer más» para evitar bajas civiles.
Las declaraciones de Austin reflejan la posición delicada de Estados Unidos, que ha respaldado a Israel desde el inicio del conflicto, pero al mismo tiempo presiona por una reducción en el número de víctimas civiles. La tragedia en Gaza ha generado un debate internacional sobre la proporcionalidad y el impacto humanitario de las operaciones militares en conflictos armados.