Por Bruno Cortés
En la reciente reunión de las comisiones unidas de Puntos Constitucionales y Estudios Legislativos, el senador Marko Cortés Mendoza alzó la voz en contra de la militarización de la seguridad pública en México. En su intervención, enfatizó que lejos de solucionar la creciente violencia, la presencia militar en las calles ha sido parte del problema. Para el PAN, la solución no radica en seguir armando al país, sino en fortalecer una policía civil, profesional y capacitada. Pero, ¿es viable esta alternativa en el panorama actual?
El tema de la militarización de la Guardia Nacional ha sido uno de los puntos más álgidos del debate sobre la seguridad en México. Desde la administración de Felipe Calderón hasta el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la violencia ha escalado de forma alarmante. Según cifras oficiales, el sexenio de López Obrador ha registrado más de 200 mil homicidios, convirtiéndose en el periodo más violento en la historia reciente del país. Para Cortés, estos números reflejan el fracaso de la militarización como estrategia de control de la delincuencia.
Cortés señaló que, desde el inicio de la administración de López Obrador, se había propuesto una Guardia Nacional con mando civil, pero rápidamente esta promesa se rompió. En lugar de desarrollar una policía civil, la Guardia Nacional fue puesta bajo control militar. Además, el PAN y otros partidos de oposición presentaron acciones de inconstitucionalidad contra la Ley de Seguridad Interior, una postura que en su momento compartieron con Morena. Sin embargo, ahora, Cortés cuestiona el cambio de postura de Morena, que en su origen también había rechazado la militarización.
La discusión sobre la seguridad en México no puede ignorar las realidades de las fuerzas policiales locales. Durante su intervención, el senador Cortés subrayó que el desmantelamiento de las policías municipales y estatales ha dejado un vacío que el ejército ha llenado, pero de manera temporal e insuficiente. El PAN aboga por una transición ordenada que permita la creación de una policía civil fuerte, con estímulos a la honestidad y capacitación adecuada. Esto debería ir acompañado de la tipificación de delitos como el narcoterrorismo, a fin de enfrentar fenómenos como el lanzamiento de granadas en plazas públicas y la quema de vehículos por parte de grupos criminales.
En un llamado directo a los legisladores y a la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, Cortés propuso la creación de una política de seguridad que no dependa de la militarización, sino de un enfoque en la justicia y la cooperación internacional en la lucha contra el narcotráfico y el tráfico de armas. «No queremos que el ejército salga inmediatamente de las calles», afirmó el senador, «pero necesitamos que su intervención sea limitada y responsable».
El cierre de la intervención de Cortés fue contundente: “Si realmente queremos enfrentar la violencia en el país, debemos atacar las causas de raíz. No se trata solo de tener más fuerza, sino de contar con instituciones que funcionen de manera coordinada y profesional”. La crítica a la actual estrategia de seguridad no es nueva, pero el senador del PAN ha conseguido visibilizar la urgencia de replantear la militarización en un país que sigue sumido en una crisis de violencia sin precedentes.