Por Bruno Cortés
El Congreso mexicano se está preparando para una tormenta de temas pesados, y no, no es exageración. En voz de Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), lo que viene en el próximo periodo ordinario será, según sus palabras, “como nunca antes”. Entre reformas judiciales, nuevas reglas para la inversión extranjera, temas delicadísimos de seguridad y hasta un posible rediseño del sistema electoral, la legislatura entrante pinta para ser una de las más intensas de los últimos años.
Monreal encendió los reflectores con un tema que no es menor: la afectación a un millón 300 mil jóvenes por temas de seguridad y justicia. ¿Por qué? Porque gran parte de las reformas que se están discutiendo tienen que ver con cómo se va a enfrentar al crimen organizado desde el sistema judicial. Y aquí entra un término nuevo que va a dar mucho de qué hablar: los jueces sin rostro.
Sí, así como suena. La idea es proteger a jueces que llevan casos especialmente delicados (como los de delincuencia organizada), ocultando su identidad para evitar represalias. Esta figura ya aparece en iniciativas enviadas por la presidenta Claudia Sheinbaum al Senado, dentro de las reformas al Código de Procedimientos Penales y la Ley Federal contra la Delincuencia Organizada.
Pero eso es solo una parte del paquete. También vienen ajustes a la Ley de Amparo y a la Ley Federal de Procedimiento Contencioso Administrativo. Todo esto forma parte de la reforma constitucional al Poder Judicial, que, como Monreal advierte, no es cualquier cosa: “Son temas de fondo, que van a cambiar cómo se imparte justicia en México”, dijo.
Por si fuera poco, Monreal dejó claro que el contexto internacional no está siendo sencillo. Habló de una “embestida” del gobierno de Estados Unidos contra México, y aseguró que la presidenta Sheinbaum ha respondido con temple y diplomacia frente a casi 40 acciones documentadas por parte del Ejecutivo norteamericano. Desde presiones comerciales hasta medidas migratorias, el senador afirmó que nunca un presidente mexicano había enfrentado algo similar desde el inicio de una administración.
“La presidenta no se va a doblegar”, insistió. Y para Monreal, esa postura firme necesita respaldo del Congreso y de la sociedad. La narrativa de soberanía y dignidad diplomática va a ser un eje del nuevo gobierno, eso ya quedó claro.
En temas económicos, se tocó un punto muy técnico pero de fondo: la Ley de Competencia Económica, aprobada recientemente, que, según Monreal, garantiza la seguridad jurídica para inversionistas nacionales y extranjeros. A esto se suma el plan “Hecho en México”, con el que se quiere fortalecer el mercado interno. En palabras simples: que lo que se produce aquí se consuma aquí, y que haya reglas claras para quien quiera invertir.
Pero si de reformas grandes hablamos, Monreal también fue sincero sobre la reforma electoral. Dijo que no hay ni esqueleto, ni borrador, ni iniciativa formal, pero que la presidenta ya planteó cinco temas clave:
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Reducción de pluris (diputados y senadores por lista).
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Castigos a partidos que manejen mal el dinero público.
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Menos lana a los partidos.
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Mantenimiento de la autonomía del INE (pero con revisión a su presupuesto y funciones).
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Representación de minorías, garantizada por mecanismos alternos.
Lo interesante aquí es que no se está planteando borrar al INE, sino ajustarlo. Ni se dice adiós a la representación proporcional, pero sí se quiere que los partidos rindan cuentas y dejen de despilfarrar. Suena lógico, pero tocar el sistema electoral siempre enciende alarmas, sobre todo con los antecedentes recientes.
Así que sí, el próximo periodo legislativo viene cargado de debates, posibles reformas profundas y muchas decisiones que afectarán directamente a los ciudadanos. Desde cómo se juzga a los criminales más peligrosos, hasta cómo votamos y cómo se protege la inversión en el país.
Si la legislatura anterior se centró en consolidar el poder de Morena, esta parece ser la del rediseño institucional bajo la batuta de Claudia Sheinbaum. La pregunta no es si habrá cambios, sino cuántos y qué tan profundos. Y como siempre, habrá que estar atentos, porque en política mexicana, nada está dicho hasta que se vota… y a veces, ni así.
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