Por Bruno Cortés
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) está de nuevo en pie de lucha. Exige, entre otras cosas, un aumento del 100% al salario de todos los trabajadores de la educación, pagos rezagados, jubilaciones doradas y la abrogación de la Ley del ISSSTE. En otras palabras: la CNTE no quiere una mejora salarial, quiere reescribir el presupuesto nacional con ellos como prioridad absoluta.
La magnitud de su exigencia es brutal: implicaría más de 26 mil millones de dólares adicionales al año, casi el equivalente al presupuesto anual completo de toda la Secretaría de Educación Pública (SEP), que en 2025 ronda los 475 mil millones de pesos. Para ponerlo en contexto: si el gobierno cumpliera con ese pliego petitorio al pie de la letra, tendría que duplicar el gasto educativo del país de la noche a la mañana.
Y en esta narrativa aparece el viejo truco retórico de la CNTE: «¿por qué México regala dinero a otros países cuando aquí hace falta?» Suena lógico. Pero es completamente falso.
El mito del dinero regalado
México destina anualmente a la cooperación internacional alrededor de 208 millones de dólares, incluyendo becas a estudiantes extranjeros, programas de desarrollo en Centroamérica, ayuda humanitaria en el Caribe y proyectos técnicos en África. El grueso de estos fondos se canaliza a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), y representan menos del 0.6% de lo que costarían las demandas salariales de la CNTE.
¿Queremos ser fríos con las cifras?
Concepto | Monto anual estimado |
---|---|
Exigencia salarial CNTE | $26,000 millones USD |
Gasto en cooperación exterior | $208 millones USD |
Ni cancelando cada centavo de ayuda a otros países se lograría cubrir el aumento que exige la CNTE. Es más: la diferencia es de más de 125 veces.
Lo que sí puede pagar el Estado
El Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 destina recursos a cientos de rubros prioritarios: salud, infraestructura, pensiones, seguridad, energía, educación, ciencia, cultura. El gasto educativo ya es uno de los más altos: más de 1 de cada 10 pesos del presupuesto nacional va a ese rubro. Y con justa razón.
Pero duplicarlo de golpe, solo para satisfacer a una fracción radicalizada del magisterio, es simplemente imposible sin quebrar el equilibrio fiscal. Ni siquiera cancelando la cooperación internacional, ni despidiendo a la mitad del gabinete, ni clausurando la UNAM.
Por si fuera poco, los programas de cooperación internacional que México promueve también sirven a sus intereses internos: reducir la migración en Centroamérica, estabilizar regiones vulnerables del Caribe, formar alianzas estratégicas con África y proyectar liderazgo en la región. Cancelarlos sería pegarse un tiro diplomático por una fantasía presupuestal.
Cuando el pliego petitorio roza la caricatura
No se trata de desestimar el trabajo de las y los maestros de México. Se trata de poner las cosas en proporción. Lo que la CNTE exige no es una negociación: es una utopía sin sustento económico, fiscal ni técnico.
En lugar de exigir imposibles, la CNTE podría empezar por rendir cuentas sobre sus propias secciones sindicales, muchas de las cuales manejan recursos millonarios sin supervisión, venden plazas, manipulan evaluaciones y usan a los niños como rehenes de sus estrategias políticas.
Pedir más salario es legítimo. Querer mejores condiciones, también. Pero hacerlo a costa de cancelar las relaciones exteriores, la cooperación educativa y la ayuda a pueblos más pobres no solo es miope: es profundamente irresponsable.
Ni quemando la AMEXCID, ni clausurando las becas para latinoamericanos, ni mandando al diablo a Haití o a Cuba, se podría costear el aumento que exige la CNTE. Lo suyo no es una exigencia. Es una farsa presupuestal con pancarta revolucionaria.
Y en tiempos de crisis fiscal, lo último que necesita México es más demagogia con cara de lucha social.