Por Juan Pablo Ojeda
En una mañana reciente en el Palacio Nacional, el presidente Andrés Manuel López Obrador dejó claro que la relación entre México y Estados Unidos sigue intacta, a pesar de la reciente “pausa” diplomática en la que se ha puesto al embajador estadounidense, Ken Salazar. La controversia gira en torno a la reforma al Poder Judicial en México, que ha provocado un choque de opiniones entre ambos países.
López Obrador explicó que la pausa no es más que una “protesta franca” ante las críticas del embajador estadounidense sobre la reforma judicial propuesta en México. Según el presidente, la reforma es un tema que corresponde exclusivamente a los mexicanos decidir, y no debería ser objeto de opiniones externas, especialmente desde un gobierno extranjero. “Nosotros somos un país libre, independiente y soberano,” reiteró López Obrador, subrayando la importancia de la autonomía en la toma de decisiones políticas internas.
El presidente mexicano hizo énfasis en que la intervención externa en asuntos internos de otros países es incompatible con los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos. Para López Obrador, esta postura es fundamental para mantener el respeto y la paz entre las naciones. Imaginó una situación donde México opina sobre asuntos internos de Estados Unidos, y cómo eso sería considerado irrespetuoso e imprudente.
Por su parte, el embajador Ken Salazar ha respondido con respeto, reconociendo la importancia de la relación comercial entre ambos países. Salazar mencionó que, a pesar de la pausa diplomática, sigue respetando al presidente López Obrador y valora la relación que ambos países han construido, donde México es el principal socio comercial de EE.UU. a nivel mundial.
Sin embargo, el embajador no dejó de expresar sus preocupaciones sobre la reforma judicial, la cual incluye la propuesta de elegir jueces por voto popular. Aunque reconoció que es una decisión que corresponde al gobierno mexicano, Salazar advirtió sobre los posibles riesgos de implementar la reforma de manera inadecuada. Estas preocupaciones no solo provienen de él como embajador, sino de diversos sectores en Estados Unidos que temen que la reforma pueda afectar negativamente la relación entre ambos países.
Así, mientras la reforma judicial en México sigue en el centro de la controversia, la relación entre México y Estados Unidos se mantiene, aunque con algunas fricciones. La situación pone de manifiesto la complejidad de las relaciones diplomáticas y la importancia de respetar la soberanía nacional en un mundo interconectado.