Fotos e información Alvaro Isidoro / Maya Comunicación
Cuatro días, miles de motos, cerveza, conciertos, exposiciones y entretenimiento en la calle son los ingredientes de la que se considera una de las mayores y mejores concentraciones de moteros de Europa y que cada julio, en julio, atrae cada vez a más amantes de las dos ruedas al Ciudad de Faro.
Desgraciadamente en 2021 no se pudo llevar a cabo después de tener incluso cartel oficial. La culpable fue la habitual desde el año 2020: la pandemia de coronavirus y los continuos rebrotes que se han venido produciendo y que han provocado la aparición de restricciones que impedían la celebración de iniciativas como esta.
De cara a 2022 desde el Moto Club Faro espera volver por sus fueros y que la Concentración Internacional de Faro sea de nuevo el epicentro motero de la península en verano (aunque todavía no se ha confirmado la fecha, aunque tradicionalmente se suele hacer en verano). Eso supondrá que la situación sanitaria habrá mejorado y que miles de motoristas podrán volver a juntarse y disfrutar de su mayor pasión.
Un poco de historia
Como se puede adivinar, no hay un club de motos en Portugal tan famoso y popular como el de Faro, en buena parte por la concentración de la que estamos hablando. Para conocer sus orígenes, hay que remontarse a los años 70 del pasado siglo, cuando unos amigos decidieron juntarse en un grupo que sería el germen del club que ha llegado hasta nuestros días y que inició
Y gracias a su pasión desenfrenada por las motos, no tardaron en poner en marcha la concentración de moteros que ha ido creciendo a lo largo de las cuatro últimas décadas hasta convertirse en lo que actualmente es a fin de cuentas, el Valle de las Almas, lugar donde se reúnen los asistentes, puede llegar a convertirse en un auténtico paraíso para los amantes de las motos, pues no solo disfrutan de buenas charlas con otros de igual condición y ven algunas maravillas de dos ruedas que conducen algunos asistentes, sino que también hay todo tipo de actividades que amenizan la estancia (desfiles, conciertos, concursos de tatuajes…).
Y a eso hay que unirle la naturaleza acogedora de la zona y la posibilidad de acercarse hasta la playa (en moto, si es posible) para darse un baño en las “fresquitas” aguas del Atlántico.
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