Según un nuevo estudio, la forma grave de COVID-19 puede causar depresión y ansiedad. Los síntomas pueden durar hasta 16 meses, advierten los científicos.
Se trata de la primera investigación dedicada a estudiar las consecuencias mentales del COVID-19 a largo plazo. El estudio incluyó 250.000 participantes de Suecia, Islandia, Dinamarca, Estonia, Noruega y el Reino Unido. Los resultados del examen fueron publicados en la famosa revista médica The Lancet.
Los científicos examinaron a los voluntarios durante 16 meses. En el marco de este período, el COVID-19 ha sido diagnosticado en aproximadamente 10.000 personas. Los participantes evaluaron sus síntomas de depresión, ansiedad, problemas con el sueño y estrés relacionado con el coronavirus en un cuestionario e informaron cuánto tiempo estuvieron en la cama debido a la enfermedad.
El estudio demostró que las personas que han estado postradas en cama con COVID-19 durante al menos una semana tienen hasta un 60% más alta la incidencia de ansiedad y depresión después de la infección en comparación con aquellos que han tenido solo los síntomas leves de la infección.
«Es difícil decir cuáles son las causas de este vínculo. La combinación de preocupaciones sobre los efectos de la enfermedad a largo plazo en la salud y los síntomas físicos persistentes que limitan el contacto social y contribuyen a la sensación de impotencia podrían servir como las posibles explicaciones», aclara Anikó Lovik, becaria postdoctoral en el Instituto Karolinska de Suecia y una de los autoras del estudio al portal científico Forskning.se.
Los científicos suponen que las formas suaves o asintomáticas del COVID-19 producen cierto alivio en la mente de las personas enfermas, que pueden volver más rápido a su vida normal.
«Es posible que la infección leve o asintomática de COVID-19 resulte en algún alivio entre estas personas que ahora pueden volver a sus vidas normales», reflexionó Fang Fang, profesor del Departamento de Medicina Ambiental del Instituto Karolinska.