Por Bruno Cortés
El 22 de noviembre, la Cámara de Diputados vivió una jornada que muchos consideran histórica, aunque no precisamente para bien. Con el voto mayoritario de Morena, PT y PVEM, se aprobó la extinción de siete organismos autónomos que han sido pilares fundamentales en la defensa de los derechos humanos, la transparencia y la rendición de cuentas en México. Entre ellos destacan el Inai, el Coneval y la Cofece, cuya función ha sido garantizar que el gobierno y las grandes empresas no actúen con impunidad.
La diputada Noemí Luna Ayala, coordinadora del Grupo Parlamentario del PAN, expresó enérgicamente que con esta medida, el país da un «paso hacia la dictadura». A su juicio, esta reforma no solo pone en riesgo las instituciones que protegen la democracia, sino que también establece un régimen en el que el poder se concentra en manos de unos pocos, sin contrapesos ni transparencia.
Luna Ayala explicó que, como parte de la oposición, el PAN defendió hasta el último momento la importancia de estos órganos autónomos. En su opinión, la eliminación de estas instituciones es una «venganza morenista» contra la transparencia, que ha destapado escándalos de corrupción durante el actual gobierno. Mencionó ejemplos como el caso de los hijos del presidente, cuyos excesos salieron a la luz gracias al trabajo del Inai, y el fraude millonario en Segalmex, que también fue revelado gracias a estos organismos.
Para la diputada panista, la desaparición del Inai, que garantizaba el derecho de los ciudadanos a acceder a la información pública, es particularmente grave. Este organismo ha sido crucial para el ejercicio periodístico en el país, ya que permitía a los reporteros y ciudadanos exigir a las autoridades la entrega de datos sobre el uso de los recursos públicos. Según Luna Ayala, sin estos organismos, la opacidad y la corrupción podrían crecer sin límites.
El clima de preocupación también llegó al Senado, donde la oposición, que representa a una parte importante de la sociedad mexicana, ha expresado su intención de frenar la reforma. Sin embargo, el futuro de estos organismos autónomos sigue siendo incierto, y el debate está lejos de terminar.
En palabras de Luna Ayala, lo sucedido durante los dos días de discusión sobre esta reforma fue «un día muy triste para la democracia». La diputada subrayó que, aunque la votación ya se dio, ahora corresponde a los Congresos locales y al Senado ser los frenos que detengan lo que considera una «venganza» y un intento por consolidar un sistema autoritario.
Con esta reforma, el gobierno de López Obrador avanza en su objetivo de reducir la autonomía de las instituciones, un paso que según sus opositores, no solo perjudica la democracia, sino que también abre la puerta a la concentración del poder, dejando a México más cerca de un régimen autoritario.