El estrés, un compañero constante en nuestra vida diaria, puede tener efectos devastadores en nuestra salud si no se maneja adecuadamente. Además de las conocidas técnicas de manejo del estrés como el yoga o la meditación, existe un enfoque menos discutido pero igualmente vital: la nutrición. Las vitaminas y minerales específicos no solo combaten el estrés sino que protegen nuestro cuerpo de sus efectos perjudiciales.
Vitaminas como la C y E, reconocidas por sus propiedades antioxidantes, ayudan a neutralizar los radicales libres, moléculas que se pueden acumular debido al estrés y dañar nuestras células. Los minerales como el zinc y el hierro fortalecen el sistema inmunológico y ayudan a mantener en equilibrio nuestras funciones metabólicas. En momentos de estrés, o bajo dietas especiales, nuestro cuerpo puede requerir un impulso adicional de estos nutrientes esenciales.
La situación varía significativamente entre países desarrollados y aquellos en vías de desarrollo. En los primeros, las deficiencias de nutrientes son raras pero no inexistentes, afectando principalmente a grupos vulnerables como ancianos y mujeres embarazadas. En cambio, en países subdesarrollados, el acceso limitado a alimentos nutritivos y las condiciones sanitarias precarias pueden llevar a deficiencias más generalizadas, exacerbando los problemas de salud relacionados con el estrés.
Además, el estrés oxidativo, una forma de deterioro celular inducido por radicales libres, está vinculado a enfermedades graves como Alzheimer y cáncer. Incorporar alimentos ricos en antioxidantes en la dieta es esencial para combatir este riesgo y mantener una salud celular óptima.