Por Ilian Muñoz
La autoestima en la adolescencia es un tema de conversación recurrente en las escuelas, donde profesores como Ana, quien enseña en una secundaria en la colonia Condesa, observan cómo los estudiantes luchan con su valor propio. «Ves a chicos que ayer eran niños felices, y hoy están llenos de dudas sobre sí mismos,» comenta Ana. La presión de encajar en un molde social, de ser ‘cool’ o ‘popular’, puede ser abrumadora, llevando a muchos a cuestionar su valor intrínseco.
El espejo de las redes sociales no hace más que complicar esta situación. Para muchos adolescentes, plataformas como Instagram o TikTok no son solo espacios de entretenimiento, sino también arenas donde se compite por la validación a través de ‘likes’ y comentarios. «Es como si tu valor dependiera de cuánta atención recibes online,» explica Juan, un estudiante de 15 años de Coyoacán. Este fenómeno puede minar la autoestima, creando un ciclo de comparación y autocrítica.
Sin embargo, no todo es sombrío en este paisaje emocional. Las iniciativas educativas y comunitarias están empezando a hacer mella. En varias escuelas, se han implementado programas de desarrollo personal que enfocan en la autoestima, el autoconocimiento y la resiliencia. Talleres de arte, teatro, y deportes se han convertido en espacios donde los jóvenes pueden expresar su identidad y valorarse por sus habilidades y no solo por su apariencia.
Las familias también juegan un rol central. «El apoyo en casa es fundamental,» dice la psicóloga María, quien trabaja con familias en la delegación Iztapalapa. «Cuando los padres validan las emociones de sus hijos y los animan a ser ellos mismos, se construye una base sólida para la autoestima.» Esta validación familiar puede contrarrestar las críticas externas, ayudando a los adolescentes a sentirse amados y aceptados tal como son.
La adolescencia también es un tiempo de descubrimiento, donde los jóvenes comienzan a reconocer sus propias fortalezas. Actividades como el voluntariado, la música, o simplemente encontrar una pasión, pueden ser catalizadores poderosos para elevar la autoestima. «Cuando descubrí que podía hacer una diferencia en mi comunidad, empecé a verme de otra manera,» comparte Laura, una adolescente de 16 años involucrada en proyectos sociales.
Sin embargo, la lucha por una autoestima saludable no es lineal ni fácil. Se enfrentan momentos de recaída, donde la autoestima puede tambalearse. Aquí, el apoyo de amigos y la orientación de mentores o profesionales de la salud mental son vitales. «Tener alguien con quien hablar, que te entienda sin juzgar, puede cambiar todo,» asegura Diego, quien ha encontrado consuelo en un grupo de apoyo para adolescentes.
Finalmente, la autoestima en la adolescencia es un viaje de autodescubrimiento lleno de altibajos. En México, como en cualquier parte del mundo, este viaje es una aventura de aprender a amarse, de encontrar el valor en la diversidad de ser uno mismo. Es una lección de vida que, aunque difícil, es fundamental para forjar adultos seguros y resilientes.