En una tarde de diciembre, el aire está impregnado de aromas de especias y el sonido de risas y conversaciones llenan el hogar de la familia Johnson en el sur de Chicago. Es el primer día de Kwanzaa, y la mesa está adornada con una candelabro kinara, donde siete velas esperan ser encendidas, cada una representando un principio fundamental de la cultura africana.
Maulana Karenga, el fundador de Kwanzaa, ideó esta celebración con la intención de conectar a la diáspora africana con sus raíces ancestrales. En su visión, Kwanzaa no solo es una fiesta, sino un momento de introspección y unidad, donde las familias reflexionan sobre los siete principios o «Nguzo Saba» que incluyen unidad, auto-determinación, responsabilidad colectiva, economía cooperativa, propósito, creatividad y fe.
La primera vela, la vela negra de la unidad, es encendida por María Johnson, la matriarca de la familia, mientras su nieto pequeño, curioso y emocionado, pregunta por qué esta celebración es tan especial. «Es una manera de recordar quiénes somos y de dónde venimos,» explica María, con su voz suave pero firme, mientras la luz de la vela baña la habitación con un cálido resplandor.
Cada día de Kwanzaa trae consigo una nueva vela y un nuevo principio para discutir y honrar. Las comidas tradicionales, como el Jollof Rice de África Occidental o el Mac and Cheese del sur de Estados Unidos, se convierten en un puente entre continentes, uniendo a los comensales en un festín de sabores y culturas. Aquí, cada bocado es una historia, un legado compartido que se pasa de generación en generación.
En otras partes del país, en ciudades como Los Ángeles y Atlanta, comunidades enteras se reúnen en plazas públicas para celebrar con desfiles, música y danza, manifestaciones vivas de la resistencia y la alegría de la cultura afroamericana. Los eventos públicos de Kwanzaa no solo son una celebración, sino también un acto de resistencia cultural, un recordatorio de la presencia y la contribución de los afroamericanos en la sociedad moderna.
Los días de Kwanzaa también son momentos de educación y aprendizaje. En escuelas y centros comunitarios, se ofrecen talleres sobre la historia africana, la literatura, y las artes, fomentando un sentido de orgullo y conocimiento entre los jóvenes. La celebración se convierte en una plataforma para enseñar y aprender, fortaleciendo los lazos de la comunidad.
Finalmente, el séptimo día de Kwanzaa, conocido como Imani, trae consigo la última vela, la de la fe, simbolizando la creencia en los padres, maestros y líderes, y en la justicia y la victoria de nuestro pueblo. En el hogar de los Johnson, como en muchos otros, esta última noche es una culminación de días de festejos, donde se comparte la Karamu, una gran comida festiva, y se hacen promesas de mantener viva la cultura y los principios de Kwanzaa durante todo el año.