Un asteroide recién descubierto mantiene en alerta a la comunidad científica. Se trata de 2024 YR4, una roca espacial con un diámetro estimado entre 40 y 90 metros, cuya probabilidad de impacto con la Tierra en diciembre de 2032 ha aumentado a un 2.4 %, según la NASA.
Este objeto fue detectado el 27 de diciembre de 2023 por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de Asteroides (ATLAS) desde Chile. Su órbita sigue bajo observación, y aunque el riesgo de colisión es bajo, ha sido suficiente para que agencias espaciales activen protocolos de monitoreo.
La Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) y el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), ambos avalados por la ONU, han iniciado un seguimiento del asteroide para refinar su trayectoria y determinar la necesidad de futuras acciones.
El investigador Josep María Trigo, del Instituto de Ciencias del Espacio de España, destaca que la detección temprana brinda siete años de margen para analizar el objeto y evaluar posibles medidas de mitigación, en caso de ser necesarias.
Según la Agencia Espacial Europea (ESA), en 2028 el asteroide pasará nuevamente cerca de la Tierra, lo que permitirá recalcular su órbita con mayor precisión. En la actualidad, su movimiento es casi en línea recta, lo que dificulta su estudio con telescopios terrestres, pero el telescopio espacial James Webb tomará el relevo para analizar su tamaño y composición.
Posibles escenarios ante un impacto
Si 2024 YR4 llegara a colisionar con la Tierra, su impacto podría ser similar al del evento de Tunguska en 1908, cuando una explosión en Siberia devastó un área similar al tamaño de Gran Canaria. De acuerdo con los expertos, si el asteroide mide menos de 50 metros, la mejor estrategia sería la evacuación de la zona de impacto. Si supera ese tamaño, podrían estudiarse medidas más avanzadas, como la desviación mediante impacto cinético, una técnica ya probada con la misión DART de la NASA en 2022.
Por ahora, las agencias espaciales mantienen la vigilancia activa, reiterando que el riesgo aún es bajo y que el monitoreo en los próximos años permitirá aclarar si el impacto es realmente una posibilidad o si, como ha sucedido con otros asteroides, la probabilidad disminuirá con el tiempo.