El estrés, la mala alimentación y el poco tiempo para hacer deportes son factores que juegan en contra de nuestro corazón. Basta decir que el infarto de miocardio es la primera causa de muertes entre hombres y mujeres en todo el mundo. La buena noticia es que cuidar nuestra salud cardiovascular es más sencillo de lo que creemos.
Todo consiste en adoptar estilos de vida saludables y realizarse chequeos médicos regularmente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 80% de los infartos se pueden prevenir si se toman las medidas adecuadas, las cuales giran en torno a una dieta sana, ejercicio regular y el abandono del tabaco, como veremos más adelante.
¿Cuáles son las causas?
El 90% de los infartos se produce por uno o varios de los siguientes factores de riesgo:
Hipertensión arterial
Tabaquismo
Dislipemia (alteración de los lípidos)
Stress
Sedentarismo
Obesidad
Diabetes
Ácido úrico láctico
Insuficiencia renal
Todas estas causas podrían ser evitables, y ahí radica la importancia fundamental de la prevención.
Esto no significa que sea una enfermedad totalmente prevenible, ya que hay otros factores que son inherentes a la carga genética de cada uno, como los antecedentes familiares o el sexo, ya que los hombres tiene más predisposición a infartarse que las mujeres, al menos hasta que estas cumplan la etapa menopáusica. También es importante la edad, los mayores de 70 años tienen mayores riesgos por el envejecimiento de las arterias.
¿Cómo prevenirlo?
Al ser una enfermedad que no presenta síntomas previos, es muy importante tratar de detectarla antes que se manifieste clínicamente, es decir, llevar a cabo lo que se denomina “prevención primaria”.
Para ello es aconsejable, a partir de los 30 años, realizar controles clínicos y/o cardiológicos periódicamente. Allí el profesional le efectuará estudios como el ecocardiograma, y el electrocardiograma de reposo y/o de fuerza. También se podrá llevar a cabo una ergometría, con lo cual se abarcaría el riesgo global del paciente. Luego, de acuerdo a los resultados, se avanzará o no con estudios de mayor complejidad.
En esta etapa preventiva, los médicos se focalizan en identificar si el paciente está dentro de los parámetros que denominamos riesgosos, para luego hacer hincapié en la recomendación de medidas higiénico dietéticas.
Estas son:
Si fuma dejar de hacerlo
Hacer actividad aeróbica 3 veces por semana, sin importar la edad. Ejemplos: correr, caminar, natación o bicicleta. Ir al gimnasio a hacer pesas no cumple la misma función.
Tener una alimentación saludable, aumentando la ingesta de fibras que se encuentran en las frutas y verduras, y el consumo de ácidos grasos insaturados, presentes en los pescados y en el aceite de oliva.
Para aquellos pacientes que ya tuvieron un infarto se practica la “prevención secundaria”, con la cual se busca evitar que sufran otro. Los métodos son similares, pero se agregan medicamentos que potencian los efectos de control sobre los lípidos o la hipertensión, según cada caso en particular.