En un movimiento que podría cambiar el rostro del fútbol tal como lo conocemos, la FIFA ha puesto en pausa la implementación de las tarjetas azules, una propuesta que ha generado tanto expectativa como controversia en el mundo del deporte. Bajo la presidencia de Gianni Infantino, la FIFA ha aclarado que, antes de cualquier implementación en el fútbol de élite, la tarjeta azul deberá someterse a un riguroso proceso de prueba en niveles inferiores.
La tarjeta azul, destinada a castigar con una expulsión temporal de 10 minutos a los jugadores por faltas temerarias, tácticas o por reclamos airados a las decisiones arbitrales, ha sido objeto de debate en la comunidad futbolística. La propuesta será discutida en detalle durante la Asamblea General Anual de la International Football Association Board (IFAB) el próximo 2 de marzo.
Este concepto, inspirado en deportes como el rugby y el hockey sobre hielo, busca promover el juego limpio y reducir las protestas de los jugadores.
Sin embargo, la FIFA ha enfatizado la necesidad de pruebas responsables en niveles inferiores antes de considerar su aplicación en competiciones de mayor envergadura.
La idea de introducir una nueva tarjeta disciplinaria ha sacudido el ambiente futbolístico, siendo la primera vez que se propone una adición de este tipo desde la implementación de las tarjetas amarillas y rojas en el Mundial de 1970.
A pesar de los rumores y especulaciones, la FIFA ha desmentido cualquier plan inminente de implementación en el fútbol de élite, calificando los informes como «incorrectos y prematuros».