Los adolescentes tienen fama de dar dolores de cabeza y no solo es por su notoria rebeldía. Y es que toda madre de un joven de más de 12 años de edad sabe que la comunicación con ellos es casi imposible ya que tienen la tendencia a no escuchar. Ahora, la ciencia podría tener una explicación a este molesto comportamiento.
No solo las hormonas son responsables de que los adolescentes tengan cambios de humor inesperados o de que se aburran con el tono de voz de sus padres. La adolescencia trae consigo cambios en el cerebro que pueden explicar esta sordera selectiva, de acuerdo con un nuevo estudio.
Esta investigación sobre el cerebro de los adolescentes sugiere que la reacción que tenemos ante ciertas voces cambia de manera natural con el tiempo. A partir de los 12 años, la voz de la madre se vuelve menos valiosa.
Científicos de la Universidad de Stanford se valieron de imágenes de resonancia magnética para estudiar los cambios que experimentan en el cerebro los menores de 12 años al escuchar la voz de la madre. Los investigadores descubrieron que se activaban los centros de recompensa y los centros de procesamiento de emociones en el cerebro.
Sin embargo, al estar más cerca de los 13 años se produce un cambio. La voz de la madre ya no genera la misma reacción neurológica. En su lugar, el cerebro de un adolescente está más atento a las voces en general, ya sean nuevas o de personas conocidas.
Lo que es más, el cambio es tan evidente en las imágenes que los científicos podían adivinar la edad de un joven —sin importar su género— solo al ver cómo respondía su cerebro a la voz de su madre.
«Así como un bebé sabe sintonizar la voz de su madre, un adolescente sabe sintonizar las voces nuevas. Como adolescente, no sabes que estás haciendo esto. Simplemente estás siendo tú: tienes amigos y nuevos compañeros y quieres pasar tiempo con ellos. Tu mente es cada vez más sensible y atraída por estas voces desconocidas», explica Daniel Abrams, uno de los autores del estudio.
Los investigadores, quienes ya habían publicado un estudio similar en 2016, en el que encontraron que los niños menores de 12 años muestran circuitos cerebrales activados selectivamente por la voz de una madre, ampliaron la muestra para el nuevo estudio con adolescentes entre 13 y 16,5 años.
Los resultados mostraron que la voz de una madre no tuvo el mismo impacto a esta edad, a diferencia del primer estudio.
Cuando se les puso una grabación con la voz de su madre que decía tres palabras sin sentido, en lugar de la voz de un extraño que decía lo mismo los escáneres cerebrales de los participantes en realidad mostraron menos activación en los centros de recompensa del cerebro.
Ocurrió lo mismo con la corteza prefrontal ventromedial, que es la parte del cerebro que ayuda a determinar qué información social es más valiosa.
Una de las posibles explicaciones asegura que esto es una señal de que el cerebro está desarrollando habilidades sociales. Con esto, los científicos aseguran que no es que los adolescentes quieran ignorar a sus madres; es solo que su cerebro está madurando de manera saludable.
Mientras que para los niños pequeños la voz de una madre juega un papel importante en su salud y desarrollo, sus vínculos sociales, sus habilidades de alimentación y su procesamiento del habla, en cierto momento el escuchar a otras personas es más ventajoso.
«Cuando los adolescentes parecen rebelarse por no escuchar a sus padres, es porque están programados para prestar más atención a las voces fuera de casa», sostiene el neurocientífico Vinod Menon, también de la Universidad de Stanford.
El estudio, publicado en el Journal of Neuroscience, es el primero que muestra con imágenes cómo, a medida que envejecemos, nuestra audición se centra menos en nuestra madre y más en las voces de una gran variedad de personas.
Otros estudios respaldan esta hipótesis, ya que también sugieren que los centros de recompensa en el cerebro adolescente están marcados por una mayor sensibilidad a la novedad en general.
Estos cambios podrían ser partes clave para un desarrollo social saludable, ya que permite a los adolescentes comprender mejor la perspectiva y las intenciones de los demás.
«Un niño se vuelve independiente en algún momento, y eso tiene que ser precipitado por una señal biológica subyacente. Eso es lo que hemos descubierto: esta es una señal que ayuda a los adolescentes a relacionarse con el mundo y formar conexiones que les permitan ser socialmente hábiles fuera de sus familias», afirmó Menon.
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14 de septiembre de 2024