En 2023, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reveló que el consumo excesivo de sodio está relacionado con 1,89 millones de muertes anuales en todo el mundo. Este alarmante dato resalta la importancia de tomar medidas para reducir la ingesta de sal en la dieta diaria, un esfuerzo respaldado también por la ONU y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) como parte de un plan global para prevenir y controlar enfermedades no transmisibles (ENT) para 2030.
El problema del sodio no se limita a la sal que añadimos en la cocina. Según la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), más del 70% del sodio que consumimos proviene de alimentos envasados y preparados, una realidad que muchos desconocen y que contribuye significativamente a los problemas de salud asociados.
Impacto del sodio en la salud
El consumo elevado de sal tiene efectos casi inmediatos en el cuerpo. En solo 30 minutos después de consumir una gran cantidad de sal, la capacidad de los vasos sanguíneos para dilatarse se ve comprometida, lo que puede provocar un impacto negativo en el sistema circulatorio. Además, el exceso de sodio puede sobrecargar los riñones, dificultando la excreción del mineral y llevando a problemas graves como hipertensión, inflamación y acumulación de líquidos en el cuerpo, según explica la Dra. Cheryl Laffer, de la Universidad de Vanderbilt.
Pero los riesgos no terminan ahí. El exceso de sal también puede dañar los vasos sanguíneos del cerebro, aumentando el riesgo de accidentes cerebrovasculares y otros problemas neurológicos. Investigaciones recientes sugieren que la sal podría incluso alterar el comportamiento del tronco encefálico, afectando la regulación del equilibrio de sal y la presión arterial, y provocar inflamaciones que afectan al sistema inmunológico.
Recomendaciones para reducir el consumo de sal
Para mitigar estos riesgos, la OMS recomienda que los adultos no consuman más de 2000 miligramos de sodio al día, equivalentes a menos de 5 gramos de sal, mientras que para los niños la cantidad debe ser aún menor. Sin embargo, el consumo global promedio está muy por encima de estas recomendaciones, alcanzando los 4310 miligramos diarios.
Para reducir el consumo de sal, se recomienda moderar los alimentos procesados, cocinar sin sal o agregar solo una pequeña cantidad después de la cocción, evitar llevar el salero a la mesa y optar por hierbas aromáticas, especias, jugo de limón y otros condimentos para realzar el sabor de las comidas. Además, aumentar la ingesta de frutas y verduras también es una estrategia efectiva para disminuir el consumo de sodio.
Entendiendo la diferencia entre sal y sodio
Es importante destacar que, aunque los términos “sal” y “sodio” suelen utilizarse indistintamente, no son lo mismo. La sal de mesa, por ejemplo, es cloruro de sodio, compuesto por un 40% de sodio. El cuerpo humano necesita sodio en pequeñas cantidades para mantener el equilibrio de los fluidos corporales y el funcionamiento adecuado de los músculos y nervios, pero su exceso es perjudicial.
Reducir la ingesta de sal no solo puede mejorar la salud cardiovascular y reducir el riesgo de hipertensión, sino también prevenir una serie de enfermedades graves. Por lo tanto, adoptar hábitos alimenticios saludables y estar conscientes del contenido de sodio en los alimentos procesados es fundamental para proteger nuestra salud a largo plazo.