La biodiversidad de México es una de las más ricas y variadas del mundo, destacándose entre ella el mono saraguato negro, conocido también como mono aullador. Estos primates no solo son famosos por sus potentes chillidos que resuenan a kilómetros de distancia, sino también por su importante papel en el ecosistema y la cultura prehispánica mexicana.
En México, existen principalmente dos especies de monos aulladores: el mono saraguato negro (Alouatta pigra) y el mono saraguato pardo (Alouatta palliata mexicana). Ambos tipos son vitales para la salud de nuestros bosques, ya que actúan como dispersores de semillas, contribuyendo significativamente a la reforestación y la diversidad botánica.
Históricamente, estos monos han tenido un gran significado cultural. Los mexicas no solo les dedicaban un día cada mes, denominado Ozomatli, sino que también los representaban en diversas artesanías como vasijas, reconociendo su valor a través de sus aullidos que anunciaban lluvias o cambios climáticos.
No obstante, hoy en día, el mono aullador enfrenta una amenaza crítica para su supervivencia. La destrucción de su hábitat natural y el tráfico ilegal de especies han puesto a estos primates en grave peligro. Los traficantes suelen matar a las madres para apoderarse de las crías y venderlas en el mercado negro, una práctica que no solo es cruel sino que también condena a los jóvenes monos a una muerte casi segura debido a la falta de cuidados apropiados.
Es esencial tomar conciencia sobre la importancia de conservar tanto el hábitat de estos animales como de resistir la tentación de adquirir especies silvestres como mascotas. A pesar de su tamaño, que oscila entre 110 y 130 centímetros y un peso de 5 a 10 kilos, los monos aulladores poseen una capacidad vocal impresionante que les permite comunicarse efectivamente a través de grandes distancias, ya sea para alertar sobre peligros o simplemente para mantener el contacto con otros grupos.
Los saraguatos, ya sean negros o pardos, tienden a vivir en grupos que pueden variar en número dependiendo de la especie. Mientras los aulladores pardos pueden formar comunidades de hasta 21 miembros, los negros suelen agruparse en bandadas de entre 3 a 12 individuos. Su dieta se compone principalmente de frutos silvestres y hojas, y no son omnívoros como otros primates como los monos capuchino.
Aunque se considera que el saraguato negro es endémico de regiones como Chiapas, en realidad su hábitat se extiende también a estados como Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán y Oaxaca, así como a países vecinos de Centroamérica como Guatemala y Belice.
En resumen, los monos aulladores no solo son una maravilla de la naturaleza por su capacidad vocal, sino también una especie crucial para el mantenimiento de nuestros ecosistemas. Es fundamental que trabajemos juntos para proteger estos valiosos animales y asegurar que sus aullidos sigan resonando en las selvas de México y más allá.