El panorama del fútbol internacional está marcado por una creciente tensión entre las principales ligas europeas, sindicatos de jugadores y la FIFA. Esta discordia ha escalado hasta convertirse en una queja formal ante la Comisión Europea, apuntando directamente a las decisiones que, según críticos, están saturando de manera insostenible el calendario de partidos.
Este martes, tanto las Ligas Europeas como FIFPRO Europa anunciaron su intención de presentar una queja formal contra la FIFA. Argumentan que la federación internacional de fútbol ha abusado de su posición dominante al implementar decisiones unilaterales que afectan tanto la integridad del deporte como el bienestar físico de los jugadores.
La raíz del conflicto se remonta a mayo, cuando estos organismos ya habían advertido a la FIFA sobre su proceso de toma de decisiones que calificaron de «abusivo». Además, la expansión de la Copa Mundial masculina y la Copa Mundial de Clubes están en el centro de las críticas por incrementar la presión en un calendario ya de por sí abrumador.
El descontento no es nuevo. En diciembre pasado, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea respaldó esta postura al resolver que tanto la FIFA como la UEFA habían explotado su posición reguladora en beneficio propio, especialmente evidente durante el intento de creación de una Superliga por parte de clubes prominentes en 2021.
La Comisión Europea, ubicada en Bruselas, tiene la potestad de intervenir en estos casos al ser el brazo ejecutivo de los 27 países que conforman la Unión Europea. Se espera que tome cartas en el asunto, considerando que la conducta de la FIFA podría constituir un abuso de dominio según la ley de competencia de la UE.
Las consecuencias de estas prácticas no son menores. Las ligas de primer nivel han tenido que modificar sus propios calendarios para adaptarse a los requerimientos de partidos internacionales, algo que han hecho sin ser parte del proceso de decisión que se extiende hasta 2030.
Este conflicto alcanza su punto álgido con la planificación de la Copa del Mundo masculina de 2026, que verá a 48 equipos competir en un torneo extendido casi seis semanas en tres países norteamericanos. A esto se suma un Mundial de Clubes relanzado que promete intensificar la agenda con más encuentros internacionales.
Mientras la FIFA defiende estas modificaciones como necesarias para el desarrollo global del fútbol, muchos ven en ellas un peligro palpable para la sostenibilidad del deporte y la protección de sus jugadores. Esta batalla legal no solo definirá el futuro inmediato del fútbol, sino que podría sentar un precedente en la gestión deportiva internacional.