Por Bruno Cortés
Este viernes, los diputados del Partido Acción Nacional (PAN) se levantaron con una noticia que les dejó boquiabiertos: Morena, el partido en el poder, ha propuesto abrir canales de diálogo con el crimen organizado para intentar «pacificar» al país. El panista Federico Döring Casar no tardó en expresar su incredulidad, señalando que mientras la presidenta Claudia Sheinbaum rechaza diálogos con la Suprema Corte de Justicia, sus colegas de Morena se ofrecen a charlar con quienes han sembrado el terror en Sinaloa, cobrando más de 190 vidas en poco tiempo.
La realidad que enfrenta México es alarmante y Döring lo dejó claro: “Es increíble lo que está pasando. Mientras los criminales desatan su caos, el gobierno propone dialogar con ellos. ¿En qué cabeza cabe?”. Ernesto Sánchez Rodríguez, otro diputado del PAN, se unió a las críticas, argumentando que esta iniciativa solo es un intento de desviar la atención de la tragedia que se vive en varios estados, donde el crimen organizado tiene a la población asustada y desesperada.
Los panistas consideran que este llamado a dialogar con los criminales es un reflejo de la fallida estrategia del expresidente Andrés Manuel López Obrador, quien durante su mandato abogó por un enfoque de “abrazos, no balazos”. Para el PAN, esta estrategia se ha vuelto una especie de broma pesada, donde el gobierno parece más interesado en conversar con los capos que en proteger a los ciudadanos. La crítica a la administración actual va más allá de palabras; es un grito de desesperación que busca un cambio real en las políticas de seguridad.
Mientras tanto, la presidenta Sheinbaum se ha mantenido firme en su postura sobre la reforma judicial, asegurando que no habrá retrocesos en la elección de jueces y magistrados, que ahora será una decisión del pueblo. Sin embargo, la falta de respuesta de Morena a las acusaciones del PAN deja en el aire muchas preguntas sobre sus verdaderas intenciones en un tema tan sensible como la seguridad.
La situación actual es tensa y el descontento con las políticas de seguridad de Morena crece. Los ciudadanos, que a diario enfrentan la amenaza del crimen organizado, merecen respuestas claras y efectivas. La propuesta de dialogar con criminales no solo es vista como una medida arriesgada, sino como una señal de que el gobierno podría estar perdiendo el control de la situación.
Así, la discusión en el Congreso se calienta mientras el país sigue esperando soluciones que vayan más allá de las palabras. Con la violencia al alza en lugares como Sinaloa, Guerrero y Chiapas, el tiempo para actuar es ahora, y la presión sobre el gobierno para que adopte un enfoque más firme es cada vez mayor.