Un equipo internacional de científicos liderado por el Instituto Max Planck de Astronomía y la Universidad de Utah ha confirmado la presencia de un agujero negro en el cúmulo globular Omega Centauri, ubicado a unos 18,000 años luz de la Tierra. Este hallazgo, publicado en la revista Nature, marca un hito en la astronomía al identificar un agujero negro de masa intermedia, elusivo hasta ahora, que podría actuar como un vínculo crucial entre los agujeros negros estelares y supermasivos.
Omega Centauri, conocido por su espectacular conjunto de aproximadamente diez millones de estrellas, ha sido objeto de observaciones detalladas durante más de dos décadas con el telescopio espacial Hubble. Los científicos, dirigidos por Maximilian Häberle, utilizaron un extenso catálogo de movimientos estelares para identificar siete estrellas que orbitan rápidamente en el centro del cúmulo, indicando la presencia de una masa central concentrada.
«Nuestra investigación confirma definitivamente la existencia de un agujero negro de masa intermedia en Omega Centauri», afirmó Nadine Neumayer del Instituto Max Planck. El equipo pudo determinar que este agujero negro tiene al menos 8,200 veces la masa del Sol, utilizando técnicas avanzadas para medir las velocidades estelares y calcular la influencia gravitacional de la masa central.
El descubrimiento es crucial porque proporciona evidencia directa de un agujero negro en un entorno que anteriormente se pensaba poco probable para albergar tal objeto. Omega Centauri, que podría haber sido el núcleo de una pequeña galaxia que fue absorbida por la Vía Láctea, ofrece una ventana única para estudiar la evolución galáctica y los procesos de fusión de galaxias a lo largo del tiempo cósmico.
«Este es el ejemplo más cercano conocido de un agujero negro masivo de masa intermedia. Es un paso significativo para comprender cómo evolucionan los agujeros negros en los cúmulos globulares», agregó Anil Seth de la Universidad de Utah. Los investigadores destacan que este descubrimiento ayudará a resolver debates científicos de larga data sobre la naturaleza y la formación de estos objetos celestes.
El estudio no solo confirma la presencia del agujero negro, sino que también representa un avance en nuestra comprensión del cosmos, abriendo nuevas líneas de investigación para explorar los fenómenos astrofísicos en el universo cercano y distante.