Pir Juan Pablo Ojeda
En una noche que empezó con dudas pero terminó con fiesta celeste, Cruz Azul venció 2-1 al León en el Estadio Olímpico Universitario, que aunque no es su casa habitual, se pintó de azul gracias al empuje de su afición y la contundencia de sus jugadores en los momentos clave.
El partido arrancó con un ritmo lento, de esos que parecen más de pretemporada que de recta final del torneo. Sin embargo, la Máquina nunca dejó de insistir. Carlos Rotondi tuvo una oportunidad clara, pero Óscar Jiménez se lució con una atajada salvadora que mantuvo el empate hasta el descanso.
La sorpresa llegó al minuto 58, cuando el colombiano John Stiven Mendoza marcó el 0-1 para León, silenciando CU por unos minutos. Un gol frío, de esos que sacuden hasta al más fiel, pero que también prenden la mecha. Fue entonces cuando el técnico Vicente Sánchez apretó las tuercas, hizo cambios y mandó a la cancha a Gabriel “Toro” Fernández, Amaury Morales y Giorgos Giakoumakis.
León no solo perdió el control del juego, también se quedó con uno menos tras la expulsión de Nicolás Fonseca al 74’, una falta imprudente que el árbitro no dudó en castigar.
Con superioridad numérica, Cruz Azul apretó el acelerador. Al minuto 81, Ignacio Rivero metió un centro perfecto y Luka Romero, con gran técnica, empujó el balón al fondo de las redes. El empate devolvió el alma a las gradas y encendió el cierre del partido.
Pero la historia no acabó ahí. Porque si alguien quería dejar su huella fue el joven Amaury Morales, que se entregó en cada jugada y fue clave en la construcción del segundo gol. Con un pase preciso habilitó a Toro Fernández, que no perdonó y firmó la remontada celeste.
Con este resultado, Cruz Azul sigue firme rumbo a la Liguilla y se prepara para una dura prueba: visitar a Toluca en el Nemesio Diez, donde se jugará más que tres puntos; estará en juego su posición entre los líderes del torneo.
La Máquina está encendida, y aunque a veces le cuesta arrancar, cuando lo hace, arrastra con todo a su paso.