Crimen organizado: Un discurso útil

Por Bruno Cortés

Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2025, la relación entre Estados Unidos y México ha enfrentado momentos de tensión. Sin embargo, la presidenta Claudia Sheinbaum ha demostrado una postura firme y estratégica, priorizando la soberanía nacional y la estabilidad económica del país. Su enfoque, basado en el diálogo y la cooperación, ha evitado que las amenazas arancelarias de Trump impacten severamente a la economía mexicana.

La principal confrontación entre ambos mandatarios ha sido la imposición de aranceles del 25% a las importaciones mexicanas, una medida que Trump justifica como parte de su estrategia para frenar la migración y el tráfico de drogas. En respuesta, Sheinbaum ha rechazado estas políticas unilaterales y ha anunciado medidas arancelarias y no arancelarias para proteger los intereses de México. Su determinación ha generado confianza en los sectores empresariales y ha reforzado la imagen de un México que no cede ante presiones externas.

Sin embargo, los aranceles no son el único punto de conflicto entre ambos países. La historia de injerencia de Estados Unidos en América Latina a través de la CIA y la DEA también es un factor clave en las tensiones actuales. Durante décadas, Washington ha intervenido directa e indirectamente en la política y la seguridad de varios países de la región, incluyendo México. La designación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas es solo una nueva manifestación de estas estrategias, abriendo la puerta a una posible intervención militar encubierta con el pretexto del combate al narcotráfico.

A diferencia de Trump, cuya visión proteccionista busca limitar la importación de bienes mexicanos, Sheinbaum ha enfatizado la importancia de fortalecer la relación comercial con Estados Unidos sin recurrir a la confrontación extrema. Su propuesta de cooperación económica y diplomática abre la puerta a acuerdos estratégicos que beneficien a ambos países sin comprometer la soberanía nacional.

Un aspecto clave en esta disputa es la designación de los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, una estrategia de Trump que podría abrir la puerta a intervenciones militares en territorio mexicano. Sheinbaum ha rechazado categóricamente esta clasificación y ha promovido un enfoque basado en el fortalecimiento de la seguridad interna y la cooperación internacional sin aceptar injerencias que vulneren la autonomía del país.

El comercio bilateral, que en 2021 alcanzó los 661 mil millones de dólares, está en el centro del debate. La imposición de aranceles podría afectar gravemente la industria manufacturera mexicana, que representa el 20% del PIB nacional. No obstante, la administración de Sheinbaum ha trabajado en diversificar los mercados y fortalecer el comercio con otros países para mitigar posibles afectaciones económicas derivadas de las decisiones de Trump.

En el ámbito diplomático, Sheinbaum ha mantenido una postura de respeto y firmeza, privilegiando el diálogo sin aceptar presiones indebidas. Su administración ha impulsado foros de negociación y ha buscado apoyo de organismos internacionales para frenar medidas que vulneren los principios del T-MEC. Estas acciones refuerzan la posición de México como un actor clave en la geopolítica norteamericana.

En conclusión, el liderazgo de Claudia Sheinbaum en este escenario de confrontación ha demostrado que México cuenta con una estrategia clara para defender sus intereses. Frente a un Trump que insiste en la imposición de medidas unilaterales, Sheinbaum responde con inteligencia, negociación y acciones concretas que fortalecen la soberanía y la estabilidad económica del país. Además, su postura crítica ante la injerencia estadounidense en América Latina refleja un cambio de paradigma en la relación bilateral, enviando un mensaje claro de que México no permitirá que su política interna sea dictada desde Washington.

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