Tener un perro en casa es mucho más que dar y recibir cariño; también puede tener una profunda influencia en la forma en que somos y en cómo vemos el mundo. Según nuevos hallazgos científicos, convivir con un compañero de cuatro patas puede llevarnos a desarrollar una personalidad más extrovertida, más afable y menos neurótica, además de ayudarnos a tener una vida más satisfecha y emocionalmente estable.
Este descubrimiento proviene de una investigación publicada en la revista Social Indicators Research, en la que participaron tanto dueños de perros como de gatos. Según el estudio, tener una mascota, en especial un perro, puede tener en la personalidad de sus dueños el mismos efecto de apoyo emocional que reciben de la familia o de las amistades más cercanas. Esto significa que el compañero peludo puede ayudarnos a encontrar más estabilidad, seguridad en nosotros mismos y una perspectiva más optimista de la vida.
Además, el análisis revela que el perfil de personalidad de los dueños de perros suele destacar en determinados rasgos específicos. Por ejemplo, están más abiertos al contacto social, muestran más empatía hacia los demás y están menos expuestos al neuroticismo, en comparación con las personas sin animales en casa. Por otro lado, en el caso de los dueños de gatos, el estilo de personalidad tiende a ser más reservado pero también más independiente y reflexivo.
Este descubrimiento tiene una base científica más profunda de lo que podría parecer. La doctora Adelina Gschwandtner, de la Universidad de Kent, junto con el doctor Michael Gmeiner de la London School of Economics, encontró que tener una mascota proporciona tanto compañía como estabilidad emocional, ayudando así a formar una identidad más equilibrada. Según ellos, “esta investigación responde con un rotundo sí a la pregunta de si tener mascotas es bueno para nosotros en general. Las mascotas nos cuidan y su compañía tiene un valor económico significativo en nuestras vidas.”
Además, el profesor de psiquiatría de Harvard, Ashwini Nadkarni, enfatiza que el procedimiento utilizado en el análisis tiene una fortaleza importante: demostrar que tener una mascota puede llevar a una mayor satisfacción vital, más que simplemente atraer a personas que están más felices de inicio. Esto significa que el perro tiene una influencia directa en el estado de ánimo, ayudando así a que el dueño se vuelva más optimista, seguro de sí mismo y capaz de entablar relaciones más sanas.
Este planteamiento también lo confirma Aerial Cetnar, terapeuta en Boulder Therapy & Wellness, al destacar que tener un perro lleva a tener más contacto con otras personas, a socializar en parques o en espacios destinados a ellos, y a involucrarse en actividades como el adiestramiento. Según Cetnar, así como determinados tipos de personalidad atraen a determinados animales, también el perro puede ir modificándolas con el paso del tiempo. “Es probable que sea un poco de ambas cosas”, comentó.
Este descubrimiento deja claro que tener una mascota va más allá de tener alguien en casa que nos dé alegría; también puede ayudarnos a encontrar una versión más estable, extrovertida y satisfecha de nosotros mismos, demostrando así que el compañero de cuatro patas deja una huella permanente en el carácter de aquel que cuida de él.