Por Bruno Cortés
En el vibrante y caótico escenario de Phoenix, Arizona, durante un foro de la organización ultraconservadora Turning Point, Donald Trump lanzó una declaración que resonó como un trueno en México: «Todos los miembros de pandillas extranjeras serán expulsados y designaré inmediatamente a los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras». Esta amenaza no solo se trata de palabras; es una promesa de acción inmediata que podría cambiar drásticamente la dinámica entre ambos países, mientras que los Senadores de MORENA no atinan a enfrentar las políticas norteamericanas, por un lado critican la estrategia de la Presidenta, Claudia Sheinbaum y por otro alientan «La vía de acción más favorable para México es continuar con la implementación de políticas criminales severas contra la producción de drogas».
El aire en México se ha cargado de incertidumbre y preocupación. La presidenta Claudia Sheinbaum, desde el corazón de Sinaloa, una región marcada por la violencia del narcotráfico, respondió con una voz clara y determinada. «México es un país libre, soberano e independiente y no aceptamos injerencismos en nuestro país», afirmó, subrayando que aunque la colaboración es posible, nunca a costa de la independencia nacional. Sus palabras, pronunciadas contra el telón de fondo de una comunidad que ha visto demasiado dolor, resonaron con la fuerza de quien defiende su hogar.
La estrategia de Sheinbaum se centra en abordar las raíces de la violencia, enfocándose en los jóvenes para evitar que se sumen a las filas del crimen organizado. En un país donde la juventud es tanto la esperanza como la víctima, este enfoque representa una lucha contra un sistema que ha fracasado en proteger a sus ciudadanos. La construcción de un sistema de justicia accesible y eficiente es una promesa que la presidenta ha reafirmado, especialmente en una región como Sinaloa, donde las cicatrices de la violencia son visibles en cada esquina.
Pero la designación de los cárteles como terroristas no es solo un asunto de política exterior; es una cuestión de gobernabilidad interna. La realización de operativos que prioricen el uso de violencia en contra de los cárteles representaría una contradicción con la retórica que se ha planteado desde el sexenio pasado, posibilitando la creación de un distanciamiento con la sociedad y el gobierno federal. Este documento, que explora estas implicaciones, ha salido de la oficina de Adán Augusto López, coordinador de los senadores de MORENA, destacando la preocupación interna sobre cómo estas políticas podrían afectar la cohesión social y política en México, pero sobre todo subraya que «La realización de operativos que prioricen el uso de violencia en contra de los cárteles representaría una contradicción con la retórica que se ha planteado desde el sexenio pasado» reivindicando la estrategia de abrazos, no balazos .
La oposición en México no ha dejado pasar esta oportunidad para criticar y presionar a la administración de Sheinbaum. Grupos sociales, quizás influenciados por estos discursos, podrían alzar la voz en contra de cualquier presencia militar extranjera, evocando imágenes de una historia de intervencionismo que México quiere dejar atrás. El fantasma de revueltas o levantamientos armados en regiones estratégicas amenaza con convertirse en realidad, sacando a la luz las tensiones latentes en un país que busca paz a través de la justicia social.
En las calles de México, la preocupación es palpable. Las familias, que ya han perdido a muchos de sus hijos a manos de la violencia, ahora temen una escalada que podría llevar a más sangre, más pérdida. La declaración de Trump, aunque para algunos podría parecer una solución directa, para otros es una receta para el desastre, un paso hacia atrás en una lucha que México ha intentado llevar con dignidad y humanidad.
La relación entre México y Estados Unidos, ya de por sí compleja, entra en una nueva fase de incertidumbre. La respuesta de Sheinbaum no solo defiende la soberanía de México sino que también lanza un desafío: buscar soluciones comunes que no sacrifiquen la autonomía nacional ni la seguridad de su pueblo. Como en un juego de ajedrez, cada movimiento de ahora en adelante será crucial, con el tablero extendido no solo entre dos naciones, sino entre la paz y la guerra, la colaboración y la confrontación, pero se ve opacado el esfuerzo del gobierno federal, cuando en un documento oficial se critica abiertamente las estrategias de seguridad implementadas por la actual presidenta.