Hace veinticinco años, un pueblo entero decidió despertar. Con el corazón en la mano y la mirada puesta en el futuro, México alzó la voz para decir ¡basta! a la resignación y ¡sí! a la esperanza.
El 2 de julio del año 2000 no fue solo una elección; fue el inicio de una nueva era. Fue el día en que millones de mexicanos vencieron el miedo con su voto, y rompieron las cadenas de la indiferencia con el poder de su dignidad.
Ese día, la democracia dejó de ser un sueño y se convirtió en una conquista viva, palpitante… nuestra.
Pero la democracia no se regala. Se construye, se defiende y se honra cada día. Es la voz de cada mujer y cada hombre. Es la risa de los niños que crecen creyendo que todo es posible. Es la fuerza de los jóvenes que no se conforman. Es la sabiduría de quienes, con el alma llena de historia, nos recuerdan que la libertad vale cada paso.
Hoy, celebramos no solo lo que fuimos capaces de lograr, sino lo que aún podemos alcanzar. Porque el camino de la democracia no tiene final, solo nuevos comienzos.
Y México necesita de nosotros: de nuestra alegría, de nuestra valentía, de nuestro compromiso.
Sigamos siendo sembradores de esperanza. Sigamos luchando con la convicción de que un México justo, libre, alegre y en paz no es un ideal lejano, sino un futuro al que estamos destinados si caminamos juntos.
Vivimos tiempos oscuros: la democracia está amenazada. Pero que nunca se apague la luz de la esperanza. Que jamás dejemos de creer en el poder transformador de las y los ciudadanos.
Porque cuando México cree en sí mismo, no hay nada que no pueda lograr.
¡Que viva la libertad, que viva la democracia y que viva el México que soñamos y construimos cada día!
Vicente Fox Quesada
Presidente de México 2000-2006