10 Locuras y Excesos del Set de ‘El Lobo de Wall Street’: Detrás de Escenas de una Película Legendaria

En el corazón de Nueva York, donde la codicia y el exceso se encuentran, se rodó una de las películas más icónicas del siglo XXI: ‘El Lobo de Wall Street’. La cinta, que ofrece una mirada satírica a la vida de Jordan Belfort, fue un campo de juego para actores y equipo, donde la línea entre la realidad y la ficción se volvió borrosa.

Una de las anécdotas más memorables involucra a Jonah Hill, quien interpretó a Donnie Azoff, el mejor amigo de Belfort. Durante la filmación, Hill tuvo que simular el consumo de cocaína en más de diez escenas, utilizando vitamina C triturada en lugar de la sustancia real. Sin embargo, la cantidad de polvo inhalado le causó una severa bronquitis, recordándonos que hasta las locuras ficticias tienen sus consecuencias reales.

La improvisación también jugó un papel crucial en el set. En una escena memorable, Matthew McConaughey, quien interpretó a Mark Hanna, comenzó a golpearse el pecho de manera espontánea. Leonardo DiCaprio, al ver esto, le siguió el juego, pero no sin antes buscar la aprobación de Martin Scorsese con una mirada cómplice. Esta escena no solo improvisada sino que se convirtió en uno de los momentos más citados de la película.

Otro ejemplo de los excesos fue la escena en la que Jonah Hill debía tragar un pez dorado vivo. Afortunadamente, la realidad fue menos cruel; Hill solo sostuvo al pez en su boca durante tres segundos bajo supervisión para asegurar su bienestar, demostrando que, a pesar de los locos excesos, había una consideración por la vida animal.

La química entre el elenco también se vio reflejada en los momentos de tensión y humor. Leonardo DiCaprio, siempre el profesional, se encontró nervioso por una escena de beso con Joanna Lumley, quien interpretaba a su tía. Su nerviosismo lo llevó a olvidar sus líneas y a reírse repetidamente, obligando al equipo a repetir la escena 27 veces antes de lograr la toma perfecta.

No todo fue risas y juegos; la película también expuso la naturaleza de la industria del cine y su relación con los excesos. La duración de la película, que supera las tres horas, fue un reflejo de Scorsese de querer capturar el exceso en su máximo esplendor, un exceso narrativo que, sin embargo, no cansa al público gracias al ritmo cinematográfico del director.

El set de ‘El Lobo de Wall Street’ fue un microcosmos de la vida que retrataba la película. Desde la improvisación hasta el cuidado por los detalles más absurdos, cada anécdota es un testimonio de cómo el arte imita a la vida y viceversa. Estas historias no solo nos dan una visión más profunda de la producción sino que nos recuerdan que, a veces, el arte de hacer cine puede ser tan emocionante y desquiciado como la historia que cuenta.

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