En el bullicioso corazón de Polanco, donde la Ciudad de México late con energía cosmopolita, se esconde un tesoro gastronómico que transporta a los comensales directo a los sabores de Oaxaca: Guzina Oaxaca. Este restaurante no es solo un lugar para comer, es una experiencia que celebra la riqueza culinaria de una de las regiones más fascinantes de México.
Imagínate un espacio donde cada platillo cuenta una historia, donde el aroma de los moles tradicionales se mezcla con toques contemporáneos, y donde cada ingrediente respira autenticidad. Ubicado en el número 513 de Presidente Masaryk, este lugar dirigido por el talentoso chef Carlos Galán promete un viaje sensorial que va mucho más allá de una simple comida.
El menú es una verdadera declaración de amor a la cocina oaxaqueña. Para empezar el día, nada como unas memelitas con frijoles y queso fresco, o un pan de yema acompañado de atole de arroz que te recordará los desayunos de la abuela. Para la comida o la cena, la tlayuda tradicional con tasajo es un must, y el mole rojo con gallina criolla te hará cerrar los ojos de puro placer.
Los postres son otro capítulo aparte: un pastel de elote o un helado de aguacate con chocolate que desafía todos tus conceptos tradicionales de lo dulce. Y para acompañar, ¿qué mejor que un mezcal artesanal o una cerveza local?
El ambiente es casual pero elegante, perfecto tanto para una cena romántica como para una reunión familiar. Sí, puede resultar un poco más caro que otros restaurantes, pero créeme, cada peso vale cada segundo de esta experiencia gastronómica.
Dato extra para los foodies: el restaurante ofrece servicio para llevar, entrega a domicilio y catering. Además, cuenta con espacios privados y accesibilidad para todos.
Si de verdad quieres experimentar Oaxaca sin salir de la CDMX, Guzina Oaxaca es tu destino. Cada platillo es un abrazo, cada sabor una historia, cada bocado un viaje.
¡Buen provecho, amantes de la buena mesa!
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