CDMX a 27 de marzo, 2024.- Xóchitl Gálvez, una de las voces más destacadas de la oposición en México, ha lanzado una seria acusación contra el presidente Andrés Manuel López Obrador, señalando que es blanco de una campaña de desinformación sistemáticamente orquestada desde las más altas esferas del gobierno. En un panorama político ya de por sí tenso, estas declaraciones añaden una capa de controversia a las dinámicas electorales que actualmente se desarrollan en el país.
Según Gálvez, López Obrador y su equipo de comunicación han estado difundiendo información falsa sobre ella, empleando tanto medios tradicionales como digitales para forjar un ambiente hostil en su contra. La estrategia incluiría el uso de bots en redes sociales y la contratación de hasta 300 portales digitales comprometidos en ensombrecer su imagen pública. Estos esfuerzos se complementan con la acción de youtubers afines a Claudia Sheinbaum, candidata del PT, que amplifican el mensaje oficialista con ataques dirigidos hacia Gálvez.
El objetivo de esta campaña, según la política, no se limita a desacreditar su persona; también busca ocultar el considerable financiamiento que el gobierno destina a redes alternas para favorecer a sus aliados políticos. La situación ha sido tal que el Instituto Nacional Electoral (INE) ha tenido que intervenir, emitiendo medidas cautelares contra el presidente, quien ha manifestado públicamente su desdén por acatar dichas medidas.
Esta confrontación trae a la luz el papel crítico que juegan la información y las redes sociales en la política contemporánea de México. La acusación de Gálvez destapa lo que podría interpretarse como una maniobra para mantener el control narrativo en un país donde la polarización política se agudiza. El desafío que plantea esta guerra de información no es menor, ya que pone en juego la integridad del proceso electoral y, por ende, la confianza en las instituciones democráticas del país.
La resistencia de López Obrador a las disposiciones del INE subraya una tensión cada vez mayor entre el poder ejecutivo y los organismos encargados de garantizar la equidad y transparencia electoral. En este contexto, la voz de Xóchitl Gálvez emerge no solo como una denuncia puntual, sino como un llamado a la reflexión sobre los límites de la influencia gubernamental en el discurso público y la necesidad imperante de preservar un espacio democrático saludable en México.