El Presidente López Obrador (AMLO) afirmó a principios de mes, ante pregunta de un reportero sobre su perspectiva de crecimiento para este año, que sería de 5 por ciento. Como chicuelo dijo: «para que se enojen, porque los expertos y los especialistas nos están dando cuando mucho 2.5 y yo planteo 5».
Acto seguido el reportero preguntó: «¿Y en qué lo fundamenta?», y la respuesta «sesuda y profunda» (como todas las que da) fue: «Tengo información y además soy optimista, quiero que nos vaya bien». Y remató: «y de una vez les digo, 5 para el 23 y 5 para el 24, y mi ideal es que a pesar de la pandemia obtengamos en el sexenio, en promedio anual, más de 2 por ciento».
Esta práctica de hacer afirmaciones, en particular en materia económica, falsas y repletas de desvaríos es una característica muy peculiar del Presidente que, hay que reconocer, sirve bastante bien su propósito de mantener embelesados a sus seguidores. Con su cantaleta de que cuenta con información u otros datos, que nunca fundamenta, dice muchas sandeces, por lo que no debe sorprendernos que lo hiciera de nuevo ante la pregunta sobre el crecimiento económico para este año.
Y digo de nuevo porque una situación similar ocurrió en 2019, cuando como es su costumbre afirmó que el crecimiento de México sería varios puntos porcentuales superior a las previsiones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y de la gran mayoría de los analistas. Y así como le falló totalmente en esa ocasión, le volverá a fallar en este año. Me temo, sin embargo, que la postura del Presidente es cínica más que ignorante, porque sabe perfectamente que no se crecerá a 5 por ciento este año ni tampoco en lo que resta de su Gobierno, pero no le importa, porque su intención es vender ilusiones que le compran ciegamente sus simpatizantes.
Quizá ello explique porqué sus colaboradores se desentienden de esos sueños y tienen previsiones más cercanas a la de «los expertos y los especialistas». Este es el caso de la Secretaria de Economía, Tatiana Clouthier, que el lunes pasado dijo que el crecimiento económico sería de hasta 2.6 por ciento en este año.
De hecho, la gran mayoría de las previsiones se ubica por debajo de 3 por ciento. Existen dos encuestas muy conocidas al respecto. Banamex publica cada mes su encuesta de expectativas económicas de los especialistas del sector privado, lo que también hace el Banco de México. En ambos casos se incluyen grupos de análisis y consultoría del sector privado nacional y extranjero. Banamex presenta 31 opiniones, mientras que Banxico cita 38.
Las encuestas más recientes de ambas instituciones reflejan un pesimismo creciente de los analistas. Las expectativas de crecimiento para este año y el próximo se redujeron respecto a las publicadas a principios de año. En ambas encuestas la mediana de los pronósticos de crecimiento para 2022 fue de 2.2 por ciento, menor al 2.5 por ciento al que hace referencia el Presidente. Curiosamente, los números más optimistas dados a conocer este año, aparte de los de AMLO, son los del FMI, que en su informe WEO prevé un avance de 2.8 por ciento. Es muy probable, sin embargo, que lo disminuya en sus pronósticos de abril.
Las razones para este panorama tan sombrío son muy obvias. No se requiere ser un gurú de la economía para concluir que si con todo y el rebote de la producción en 2021, el crecimiento apenas se acercó a 5 por ciento; este año ya sin rebote, con menor crecimiento de Estados Unidos y con caída por dos trimestres consecutivos de nuestra economía, vamos a batallar para rebasar el 2 por ciento. En relación con 2023 y 2024 podemos olvidarnos también de los números fantasiosos del Presidente, porque con sus políticas antagónicas a la inversión privada a lo más que podemos aspirar para esos años es un promedio alrededor de 2 por ciento, lo que dejará a su sexenio con el crecimiento promedio más bajo en más de medio siglo. Parafraseando el refrán popular: El camino del infierno económico está pavimentado con los buenos «ideales» del Presidente.